Hey, Man!

No sé qué escribir hoy. Sé que es mi deber escribir, y sé lo que quisiera escribir, pero no creo que sea algo que pueda ser leído así como así por todo el planeta Tierra. Debo ser ahora tan mesurada en mis palabras que yo misma no me reconoceré dentro de un tiempo. Sin embargo, se supone que éste es mi diario y yo escribo en él lo que se me antoje, así que intentemos… No, no se me ocurre nada. Pensemos mejor. Bueno, aquí va algo, una especie de desahogo contra el silencio forzado pero dichoso:

El mundo sabe algo; yo sé otra cosa. Mi vida cambió de estado de la manera más inesperada (todo lo absurdo e inesperado con el patrocinio del nuevo disco de Olavia Kite, Missing the Life that Follows, disponible en todas las discotiendas; incluye los éxitos Happy to See You Go By y The Tale of a Man… jajajaja eso me encantó). ¡Mi vida ha tomado un nuevo rumbo y no puedo contarle a nadie! ¡Y no puedo gritarlo! Uno de los moscardones de los sueños aterrizó para convertirse en dulce realidad y rodearme de las mariposas rojinegras que jamás se volverán polillas, y yo ¡me tengo que callar! Veo todo de mil fantásticos colores, mi caleidoscopio funciona perfectamente, ¡y nadie puede saberlo!

Sépanlo ustedes, queridos lectores. Desde esta madrugada, hace ya casi 24 horas, no he sido la misma. La sonrisa que me acompaña no es igual. Mis pensamientos ya no alcanzan su destino de la manera en que lo hacían antes. Mi camino se encuentra iluminado por el sol, pero a cambio del cielo azul y las mariposas rodeándome tuve que tomar la decisión de sacrificar ciertas cosas. No se preocupen, no es nada grave: es simplemente algo que me enseñará a ser más yo misma y no tanto parte de esa maraña de gente que me ha venido acompañando durante tantos años. Yo, yo, YO MISMA, parte inseparable de otro ser viviente pero independiente de las miradas acusadoras. Yo, yo, YO MISMA, cortando el cordón umbilical que a veces trataba de ahorcarme o latigarme, desplegando mis alas irisadas y uniéndome a otro destino, a uno que jamás creí venir pero siempre esperé pacientemente.

Anoten esto, por favor; yo sé por qué se los digo: La paciencia siempre será recompensada.

Ahora que me siento más tranquila por haberme expresado sin haber perdido un ápice de felicidad, me retiro a dormir y tener los más dulces sueños.

Estoy escuchando: I’m Like a Bird, de Nelly Furtado

Me siento: Cursi— no, ésa no es la palabra. Ustedes me entienden… (sonrisa estúpida)

La secta de los Adoradores del Santo Cachorro

Me encanta hablar con Soad. Ella es la mejor hermana que cualquier persona podría tener. Tal vez lo digo sólo porque soy yo, pero si fuera otra persona también me gustaría que Soad fuera mi hermana. Ella soporta mi silencio prolongado sin preguntar si estoy brava o insistir en hacerme hablar, y cuando hablamos es fantástico. Soad sabe exactamente cómo consolarme, la causa de mis desdichas y también la de mis alegrías. Algunos de los mejores consejos que recibo provienen de ella, ¡y eso que es menor que yo! Gracias a ella todos mis problemas se arreglan. No sé si ella lo sepa, pero la quiero profundamente. Aún cuando me ponga brava y a veces sea lo más cansón de este mundo, yo sé que siempre estaré ahí para ella, así como ella lo ha estado para mí.

Desde chiquitas hemos sido amigas. Inventábamos canciones y personajes, llenábamos álbumes con nuestros propios dibujos, hacíamos monstruosidades con recortes de revistas de reinas de belleza,… fue a Soad a quien mostré el primer cuento que me consolidó como alguien que se dedicaría toda la vida a escribir. Nadie puede decirme que es hueca, porque no lo es. Es una artista como toda la familia, y me encantan sus apuntes tan oportunos. Es de las personas que más me hacen reír… Realmente me alegra saber que la tengo; agradezco a Dios por habérmela traído.

Estoy escuchando: Fell in Love With a Girl, de White Stripes

Me siento: Agradecida con la vida

The Lovers that Never Were

I have always needed somebody girl, / But I close the doors to keep out the world. / But for you, I would be here all alone, / Locked in a photograph. / All of the clocks have run down. / Lover beware. / We’ll be the lovers that never were. / I hang patiently on every word you send. / Will we ever be much more than just friends? / As for you, you sit there playing this game. / You keep me waiting / When all of the clocks have run down, / All over the world. / We’ll be the lovers that never were. /For as long as the sun shines in somebody’s eyes, / I believe in you baby, so don’t tell me lies. / For as long as the trees throw down blossoms and leaves, / I know there will be a parade of unpainted dreams. / And I know dear, how much it’s going to hurt / If you still refuse to let your hands dirty. / So you, you must tell me something… I love you, / Say goodbye or anything. / All of the clocks have run down. / Time’s at an end. / If we can’t be lovers we’ll never be friends. / For as long as the sun shines in somebody’s eyes, / I believe in you baby, so don’t tell me lies, / For as long as the trees throw down blossoms and leaves, / I know there will be a parade of unpainted dreams.

Pasa lo que debe.

Estoy escuchando: The Lovers that Never Were, de Paul McCartney

Me siento: Muerta.

Réquiem por un día soleado

Extraño los días soleados. Extraño los días en que podía salir sin saco y en sandalias, cuando el gabán blanco y la bufanda no eran requerimientos. Extraño poder decir “tengo calor” en vez de “qué frío hace”. Extraño el azul del cielo, el azul que tímidamente se asoma sobre los cerros, observa las calles encharcadas y se vuelve a cobijar con pesadas nubes grises. Ahora uso hasta las chaquetas de Soad, no sé cuál de mis pantalones es más abrigado, los días parecen noches… Bogotá está muy fría para mi gusto, soy friolenta, y aunque diga que prefiero el frío al calor, lo que prefiero es el calor entre el frío. Prefiero andar en el fresco calor bogotano. Cada mañana, antes de bañarme, dirijo mi mirada al cielo a través de la ventanita de la ducha, y el día que se despierta es gris, gris, gris. De nuevo. Diviso los cerros encapotados: el panorama no es nada prometedor en el nororiente. El frío me carcome. Sé que de quitarme la chaqueta no moriría de muerte blanca, pero me daría una hermosa gripa que me dejaría sin voz y con mucha tos.

De noche escucho la lluvia colarse entre las canales y deslizarse por las bajantes. Me agrada ese sonido. Mi cuarto se siente más frío que los demás y si no he dormido mucho, lo más probable es que la sangre haya huido de mis pies, blancos y gélidos. Me pregunto si la temperatura de mis pies en aquellas noches es la misma temperatura de los muertos. Es la misma temperatura que toman mis manos cuando estoy demasiado tiempo en el computador, y no puedo controlarla. Soplo mis manos, toco con ellas mi cuello tibio, mi espalda, y al roce ellos también se congelan. No desespero, pero la sensación no es la mejor del mundo.

Muchas cosas memorables me han sucedido en medio del más intenso frío, ¿por qué añorar el calor? No lo sé, sigo prefiriendo el sol, el azul, los atardeceres anaranjados y rosas, las noches estrelladas. ¿Qué pasa con las estrellas? Mis Pléyades ya debieron haberse perdido entre la trayectoria del planeta Tierra, pero quiero ver a su reemplazo. Quiero recordar las noches de diciembre con sus Novenas al aire libre y Tauro, Orión, el Can Mayor y la Liebre vigilantes. Quiero cantar February Stars, de Foo Fighters, y que tenga sentido. Pero no hay caso. Esto no es ni diciembre ni febrero. Y si quiero volver a despertar al ardiente sol, queda aún algo de tiempo por esperar, porque eso es lo único que se puede hacer. Esperar.

Abril, lluvias mil.

Estoy escuchando: It’s Raining Men, de Geri Halliwell

Me siento: Pensativa/Meditabunda