Paréntesis: habla el intestino

Alejémonos por un momento de mi piel achicharrada para enfocarnos en otro órgano que empieza a reclamar atención: mi intestino. Quiero aclarar, primero que todo, que a mí me gusta comer. No soy quisquillosa. Me encanta probar comida nueva. No obstante, mi intestino opina distinto a mí y se opone a todos mis planes. En México lo hizo con especial vehemencia. Desde entonces, intento escucharlo con mayor atención.

Hoy recibí una dolorosa señal de “arrepiéntete o pagarás las consecuencias”, no sé ni por qué. ¿Habrá sido el sushi? ¿La coxinha? ¿El agua del jugo de acerola? Vaya usted a saber. Pero hoy era el día de probar la feijoada y me tocó limitar la ingesta al mínimo, así que me parece que mi intestino es bien malaclase. He tenido retorcijones todo el día.

Ahora mis amigas están en un bar de samba y yo estoy acá guardada por temor a que los retorcijones se conviertan en algo peor y menos manejable fuera de casa. No niego que me alegra tener un respiro después de las maratónicas jornadas turísticas de los últimos días, pero… igual. No es algo que yo haya elegido.

No habiendo más que decir ni hacer, aprovecharé para dormir. Tal vez sueñe con el Real Gabinete Portugués de Lectura, el cual visitamos esta mañana y donde creo que me habría quedado con gusto el día entero.

0 Responses to “Paréntesis: habla el intestino”


  • No Comments

Leave a Reply