Este es un post donde no pasa nada. En este post llega un nuevo papa, yo tejo y destejo cual Penélope, Google Reader se acaba —decida usted si abandonará este blog a falta de lector de feeds para seguirlo—, Misaki lleva collar isabelino por culpa de una herida que se hizo en el lomo, y no sé qué más.
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Ayer nos encontramos un pájaro maltrecho en el antejardín de la casa. No era grave, solo le faltaban unas plumas en el ala. Misaki lo olisqueó pero no le hizo nada. Me acordé del video del pitbull que descansa junto a un conejito y otros animalitos tiernos. Le dejé un pedazo de mango pero creo que prefirió picotear el mirto.
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Qué extraño es encontrarse un post donde alguien habla de uno como una posibilidad y constatar al momento de leerlo que esa posibilidad se abandonó poco después. Más extraño aún es seguir avanzando por la línea de tiempo de esa época y saber (desde aquí, desde el futuro) que la irónica brevedad de aquel viejo encuentro —hablar de un prometedor comienzo a la hora del final— no fue tampoco algo absoluto y determinante, la última tristeza, la condena a la soledad, porque poco después empezó otra historia. La continuidad de la vida es sorprendente.
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Me gustan las postales. ¿A usted también? Escríbame a kite arroba olaviakite punto com y deme su dirección. A vuelta de correo recibirá un breve mensaje acompañado de un dibujito en un rectángulo de cartulina de esos que traen una ilustración impresa detrás.
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