No es el peso sino el género

Ya todos conocemos el revuelo que causó la columna de Alejandra Azcárate en Aló. Yo procuré abstenerme de hablar al respecto; al fin y al cabo es una enorme estupidez. Sin embargo, el artículo no dejó de parecerme revelador. Es claro que ataca a las mujeres gordas, pero yo creo que su opinión no habla tanto de la obesidad como de la condición femenina en una era supuestamente postfeminista.

Estamos en pleno XXI, pero una mujer todavía sale a atacar a otras porque no se rigen por los estándares impuestos de un cuerpo en conflicto. A la luz de la columna, en esta época todavía se habla de mujeres virtuosas que no ocupan espacio, son invisibles y no disfrutan de los placeres terrenos. Nos referimos a la histeria como cosa del pasado, a la ablación de clítoris como práctica de bárbaros, y sin embargo sale alguien a criticar a las mujeres que gozan del sexo sin inhibiciones. Condenamos el uso de la burqa y al mismo tiempo nos dicen que nuestros cuerpos no son dignos de ser vistos en la playa. Esto no se limita a un grupo poblacional por encima de cierto índice de masa corporal; es impensable que una mujer, sea como fuere su figura, no se resigne a los sacrificios cuasirreligiosos que implican el pertenecer a su género. Hay que castigarse por caer en el descontrol de comer, hay que adelgazar hasta desaparecer. Hay que corregir los errores de la naturaleza y entregarle el cuerpo a los cirujanos para que lo purifiquen en el altar del quirófano como ofrenda a la diosa Belleza. Azcárate nos repite a todos —se repite a sí misma— que es mejor ser flaca que gorda, pero al mismo tiempo reconoce en su texto que todo eso que la hace virtuosa es “una lucha sin sentido”. La feminidad a la que ella se ha sometido y que nos intenta imponer a toda costa es un esfuerzo tan incansable como inútil.

La comunidad ha salido lanza en ristre contra esta columna y su autora. Sin embargo, los mismos pecados de los que se le acusa son involuntariamente cometidos por sus detractoras: descalificarla por su físico y justificarse con la propia deseabilidad. Decir que Azcárate tiene cara de caballo o que alguna vez fue gorda no es un argumento válido, de hecho ni siquiera nos dice por qué es ofensiva la columna. Asimismo, cada mujer que ha sentado su voz de protesta contra el artículo ha señalado que la gordura no ha sido un impedimento para tener parejas sexuales. Azcárate menciona el temor de la mujer gorda de que cada relación sexual sea la última de su vida, como si de ello dependiera su credibilidad como miembro del género femenino. Las lectoras se defienden y sacan a relucir sus credenciales de mujeres deseables, contando cómo a ellas sí se las quieren comer. ¿Esos son los parámetros con los que establecemos nuestra feminidad? Pasan las décadas y seguimos midiéndonos con la vara de la mirada masculina.

A mí no me vengan a decir que alcanzamos la igualdad hace mucho tiempo y que este es solo un chiste de autocrítica en la ‘jocosa’ guerra de los sexos que tanto explota la autora de la columna. Azcárate se engañó a sí misma creyendo que escribía en contra de la gordura: en realidad nos puso a todas en un espejo tristísimo y nos demostró que el verdadero problema no es el peso sino el género.

7 Responses to “No es el peso sino el género”


  • Muy interesante la reflexión, los estereotipos sobre lo femenino y las construcciones sociales sobre la imagen femenina van a seguir siendo una deshonra para nuestras sociedades, hace menos de cien años en los periódicos colombianos se promocionaban productos para que las mujeres engordaran, ningún hombre de la “sociedad” de aquella época podría considerar casarse con una mujer flaca. Ahora es lo contrario, sin embargo, los parámetros para evaluar lo femenino social siguen siendo nocivos.

  • Excelente artículo!!!

  • El problema es que se siga pensando igual que siglos atrás y estableciendo a la mujer como un objeto: bueno si es flaca y fea y por lo tanto mala si es gorda ademas ¿que es ser gorda para ella? una talla mas que la 4, no lo sabemos todo dependa lo que diga las grandes casas de moda. lo que indigna no es que lo diga sino que lo piense y que muchas mas personas de la farándula y en general piensan igual y sigan a esta persona como un modelo de gran humor y les repudia luego enfermedades como la anorexia si son ellos mismos los que llevan a que la extrema delgadez sea catalogada como una virtud y una cualidad y creen que es un problema de genero o de peso pues no es un problema que demuestra lo estúpida que es esta sociedad del espectáculo de la que muchos quieren hacer parte.

  • Violet Africana

    El género construido desde la mirada heteronormativa y patriarcal en el capitalismo sexista!!!Cuerpos Colonizados, Hegemonizados igual que nuestras mentes y deseos acoductuados, pobre Alejandra no sabía que cuando escribía estaba besando sus cadenas!!!

  • Me encanta tu punto de vista. Sí es cierto puso un espejo para que nos miráramos tal cual somos.
    Lo principal es que no se debe usar el humor para burlarse, descalificar, denigrar o discriminar a las personas. Ese humor está mandado a recoger. Hay una responsabilidad grande en estas personas. Todas las personas debemos resignificar las situaciones y ser conscientes y consecuentes con nuestra situación en el mundo. Qué queremos proyectar. A quién afectamos?
    Gracias,
    Anal

  • Es sin duda la mejor reflexión que he leído desde la publicación de la columna de Alejandra Azcarate. Cada una de las críticas me dejaba con un sin sabor que no lograba identificar, pero acá queda claramente expuesto: el problema es de género. El problema es esa violencia que seguimos practicando contra nuestros cuerpos cada vez que los convertimos en la medida de nuestra relación con la sociedad.
    Gracias por esta reflexión.

  • Gracias a ustedes por leer.

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