Extraño mucho el arroz con curry japonés. Bueno, tal vez no en este preciso instante puesto que estoy a punto de vomitar un curry “tailandés” de un popular restaurante “asiático” bogotano. Supongo que debo anotar que no fracasan del todo los dueños de esta franquicia: la evocación asiática se logró en cuanto a que el malestar que tengo ahora podría equipararse en cierto modo al que me mantuvo al margen de todo manjar en Bangkok. La diferencia es que en Tailandia me enfermé mucho antes de darle un primer bocado a cualquier cosa, y aquí fue la comida la que me enfermó. Siento que no voy a poder volver a darle nada sólido a mi estómago en mucho tiempo.
Quería escribir acerca del kare raisu que preparaba Minori y el que servían en las cafeterías de la Universidad de Tsukuba, pero el dolor —y la vívida evocación de ese potaje grasoso color anaranjado que me comí al almuerzo— no me deja. No obstante, mi estómago aún tiene el criterio para anhelar (¡pese a todo!) un buen curry con tonkatsu del viejo cocinero de Ichinoya, mi dormitorio-cárcel.
Bueno, no es más porque no puedo más. Deséenme suerte esta noche.
No has encontrado algún super oriental? Aquí encontré, para mi sorpresa, cajitas de curry japonés. 🙂
Aquí es bieeeen difícil conseguir estas cosas. Me contaron de un puesto creo que en una plaza de mercado en el norte norte nortísimo de Bogotá, pero hablemos de mi disposición y tiempo para tal desplazamiento… 😕