Caprichos memoriosos de un perfume

Ayer me puse un perfume que solía usar en mi primer año en Tsukuba. Me terminé de vestir para encontrarme con alguien pero tuve que cambiarme porque al verme al espejo reconocí mi pinta de siempre de 2007-2008. Era como si el perfume me hubiera forzado a retroceder y ser aquella persona que lo usaba habitualmente.

Hoy me desperté con el olor aún encima. Quise, sin saber por qué, desayunar pan tajado con mantequilla de maní y mermelada. Pasé un buen rato en la cama fantaseando con esa comida improbable. De repente me di cuenta de que el pan tajado con mantequilla de maní y mermelada (y un par de sorbos de té oolong frío) eran mi desayuno habitual del primer año en Tsukuba. Una vez más, el perfume me estaba llevando a otro momento de mi vida sin yo darme cuenta.

Ahora le temo un poco a ese perfume. ¿Cuánto hay encerrado en un olor? ¿Cómo será mi próximo regreso involuntario a 2007-2008? ¿Volveré a tener una vecina china que me despierte en la mitad de la noche con sus golpes desesperados en la pared porque supuestamente estoy hablando duro?

Desde que no vuelva a ese horrible dormitorio al borde de la Nada, supongo que todo está bien. Pero la memoria de los olores es una cosa realmente increíble.

4 Responses to “Caprichos memoriosos de un perfume”


  • No has sentido un aroma conocido, en medio de la nada, en una calle cualquiera? Que te toca ver a qué recuerdo corresponde.

    La memoria de los olores es una cosa seria.

    • ¡Sí! O un aroma que le trae a uno un recuerdo súper específico que de otra manera habría quedado enterrado para siempre.

  • me recordaste una amiga que pasó seis meses en Berg (Rusia) y las japonesas de la habitación de al lado pasaron los seis meses dándole fuertes golpes en la pared para que bajara el volumen de su voz.

    • A mí la maldita china me dejó traumatizada. Pasé muchos años con terror a los golpes en la puerta o en la pared. Cualquier ruido me ponía los pelos de punta.

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