Le mariage de Dimanche

Mi amiga Dimanche se casó. Ya se había casado antes, pero eso había sido en Alemania y ahora tocaba hacer la versión colombiana de la celebración para los que no pudimos estar allá. A petición de la abuela de la novia, hubo que llevar a un sacerdote que estuviera dispuesto a bendecir la unión de una católica y un judío, pero el que apareció hizo especial énfasis en que esto no era el sacramento del matrimonio como tal y que esta era una ocasión “lúdica”. Por un momento pensé que el señor no sabía cuál era el significado de la palabra y la que buscaba en vez de esa era “festiva”, pero ahora me pregunto si realmente quería decir que mis amigos solo estaban jugando a casarse. El cura tampoco tuvo reparo en hacer propaganda homofóbica durante la ceremonia, cosa que me enfureció. Sin embargo, mientras las palabras del establecimiento levantaban sus débiles obstáculos, pasó una bandada de pájaros que el sol del atardecer había teñido de durazno. Otro pajarito se posó muy cerca de donde estábamos y se quedó cantando un largo rato. Y como si fuera poco, salió la luna enorme sobre las montañas llenas de árboles resplandecientes. Entonces a quién le importan las habladurías cuando todo alrededor es tan bonito y los que se quieren saben que se quieren.

Mi parte favorita de la ceremonia fue cuando los novios leyeron un pasaje de la Biblia por turnos en español y hebreo. Además, la fiesta estuvo organizada de manera brillante y si me llego a casar quiero copiar la idea. En vez de contratar banqueteros y dividir la fiesta en antes y después del buffet, hubo una mesa llena de delicias colombianas contribuidas por tanto organizadores como invitados para que el que quisiera se sirviera en cualquier momento. Yo ataqué hasta donde pude el pan plano con tahine que había en representación de Israel. También hubo un queso inconspicuo que me transportó a la tarde que llegué a Lyon.

Al final la novia bailó como bailan las novias israelíes, con sus amigos rodeándola y haciendo ondear el velo superior de su vestido bonito mientras ella saltaba girando hacia un lado y hacia el otro. Me gusta que esté contenta y el esposo me cae muy bien, aunque me cuesta hacerme a la idea de que ya tengo una amiga casada. Después vendrán más, claro, y quién sabe si algún día incluso yo, pero el paso del tiempo es innegable con signos como este.

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