Hace un año cogí un tren bala a Kioto. Allí me despediría de María Lucía, tomaría un tren a Kobe y ahí un avión a Nagasaki. El plan era escribir sobre ese último viaje en solitario antes de graduarme y volver a casa. Algo alcancé a hacer. Primer capítulo de una serie que no tuvo más entregas.
Ya dio vuelta la espiral. Estoy en el mismo punto de partida pero un paso más alejada de todos los lugares que este mes ha contenido en calendarios pasados. Una playa. Un tren. Un túnel. Ciruelos en flor.
Qué diferencias tan grandes entre 2009, 2010 y 2011. Y entre estos tres años y el aburrimiento de 2012. No me gusta que todo se desvanezca así. Me entristece saber que estoy cada vez más lejos de allá, de todos los allás que he tenido. Me veo anclada en este escritorio y me aterra imaginarme así de quieta por siempre.
Necesito un plan de escape.
El solo pensar en el futuro que me esperaba en Colombia me aterraba. Lo mejor que me pudo haber pasado es no tener que volver allá (excepto de visita). La vida laboral en Colombia puede ser excesivamente tediosa.
Iba a decir “sí, es horrible y siempre será horrible”, pero parece que en algunos casos las circunstancias pueden cambiar para bien. Estaré reportando.
Regresé por voluntad y en mas de una ocasión mis “dulces” compañeros de trabajo me han hecho arrepentir de eso..los colombianos parecieramos disfrutar de hacerle la vida a cuadros a los demás, yo me había olvidado de eso, disfrutaba de mi libertad del dejar hacer y vivir lo mio.. de la simplicidad tan nula en esta cultura… como si no fuera suficiente tener que lidiar con las odiseas diarias en transmilenio, en la calle… la gente en las oficinas se empeña en hacerlo todo más complejo… como parece no existir un oasis de paz, las nostalgias normales, se incrementan y por momentos se convierten en agonias… entonces toca buscar muy dentro de si o de los seres que uno ama el porque seguir acá…
Lo que más me sorprendió durante mis primeros meses en Colombia fue la envidia tan enorme que carga la mayoría de la gente. Todos quieren ser alguien más y la ira de que ese alguien más ya exista los derrite como velas.
Pues si… no se si es envidia o inseguridad… pero hace mucho daño, 🙁