2017 (Invocando el poder de Bobby McFerrin)

Mi objetivo para 2017 es ser como mi mamá y alcanzar la paz interior inquebrantable. Quiero que en mi cabeza suene “Don’t Worry, Be Happy” cuando lo normal sería explotar. Es un objetivo muy difícil de lograr, pero ahí está.

Pasé la medianoche en la terraza de la casa de mi hermana. Estábamos ella, mi cuñado, una amiga, la roommate holandesa, los invitados de la roommate y yo. Los vecinos de al lado también estaban en su propia terraza poniendo música a todo volumen, así que fue una especie de fiesta doble. La dueña de casa tenía un micrófono con el que animaba a sus invitados y también nos hacía complacencias. Todos coincidimos en que sonaba muy profesional. Bailamos cumbia argentina, reggaetón y salsa, a pesar de que estábamos cocinándonos en el aire irrespirable del verano. Mientras tanto, los relámpagos de la tormenta que se avecinaba exacerbaban los estallidos de la pólvora alrededor nuestro. Me parece genial haber empezado el año bailando, especialmente porque ese es el tipo de cosas que yo jamás pensaría hacer.

Esta madrugada mi hermana y mi cuñado salieron para El Calafate. Yo también estoy a punto de irme, pero a Bogotá. La idea del regreso me aburre enormemente, pero al menos descansaré al fin de esta humedad exasperante.

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