Hoy recibí mis primeras lecciones de tejido, a crochet y a dos agujas. Quería aprenderlo de mis abuelas —porque cómo era posible que yo estuviera desperdiciando todo ese conocimiento ancestral—, pero la materna me dijo que ella había aprendido de un libro y la paterna, que había tomado un curso. (A veces uno tiene unas imágenes tan románticas del pasado.) Claro que mi abuela paterna sí recibió lecciones de crochet de su abuela, quien le ponía a hacer cadenetas y desbaratarlas hasta que le quedaran bien recticas. Y bueno, debo aclarar que este no es mi primer intento, sino que cuando mi abuela materna intentó enseñarnos crochet a mi hermana y a mí en las tardes después del colegio no le pusimos mucho cuidado, entonces me entró la culpabilidad tardía.
Como otra vez me estoy sintiendo incómoda con mi relación con Twitter (o con los tuiteros), aproveché que por casualidad pasamos hoy por la calle de los almacenes de hobbies para señoras y adornos de Navidad para manifestarles a mis papás mi deseo de encontrar un nuevo pasatiempo (porque leer, dibujar y tocar el ukulele no son suficientes, al parecer). No fue sino decirles para salir de una tienda con una bolsa de agujas, hilo y lanas.
Lo que no sospechaba era que resultaría aprendiendo de mi madre, a quien jamás se me ocurrió preguntarle nada sobre este tipo de manualidades. Se acordó de los puntos que llevaba muchos años sin practicar, me enseñó, supervisó mis primeras hileras y me puso a hacer la misma cadeneta larguísima de mi abuela. También me mostró, para que viera lo radicalmente distinto que puede ser el crochet de diferentes manos, carpetas hechas por mi abuela paterna (hilo finísimo monocromo), mi abuela materna (hilo grueso, colores vivos) y la mamá de mi tío político (lana, rosas en relieve). Mi motivación ahora es sumar algo mío a la colección.
Por lo pronto, mi abuela paterna ya se enteró de mis planes y me dijo que me va a prestar sus revistas de tejido. A la materna le informaré pronto. La bufanda que estoy haciendo está quedando demasiado ancha, pero no planeo deshacerla.
¡Bienvenida al adictivo mundo del crochet! qué emoción que por fin te hayas decidido, me encanta la idea 🙂
¡Te voy a mostrar la bufanda que estoy haciendo a dos agujas! Cuando ya empiece a coger más cara de bufanda, claro.
¡Sí! ¡quiero verla! Empezaste por lo complicado eh, las dos agujas son más difíciles de dominar
Ay ya quiero ver algo de lo que vas a hacer, en serio aprovecha a las abuelitas, la mia ya no está y fue la que me enseñó 🙁
Mis abuelas reaccionaron de manera extraña a la noticia; al parecer mi madre es la más entusiasmada con el plan. Ya casi revelo lo que va de mi primer proyecto.
Curioso, nunca había pensado en leer como un pasatiempo… es como si alguien ennumerara dentro de sus pasatiempos comer o bañarse. Aunque, pensándolo bien, alguien que dedique mucho tiempo y atención a lo que ingiere o pase probando cosas de restaurante en restaurante podría decirse que tiene por hobbie comer.
Para mi, la “mujer orquesta”, los “pasatiempos” son de las mejores partes de la vida :P.
Que te quede linda la bufanda,
No entiendo cómo leer puede equipararse a actividades vitales como comer y bañarse en un sentido que no sea el figurado. Uno en una isla desierta intentaría bañarse de algún modo y si no come, se muere. Sin libros se aburre, no más.
en realidad pensaba en un escenario menos trágico que la isla desierta (léase mi vida). En consecuencia, más que hacer la comparación con la característica de actividad vital de comer lo pensé en términos de cotidianidad.
O sea, yo concibo el pasatiempo como algo un poco externo a lo cotidiano, a lo que “está ahí” (aún cuando se haga todos los días). Usualmente, un hobbie, es algo que, en algún momento de tu vida, tomaste la decisión de aprender o practicar (como el ukelele o el violín).
Así, dado que leer siempre ha hecho parte de lo que me rodea de la misma forma “natural” que sentarme a la mesa a comer, ir al colegio o salir al parque los domingos me cuesta pensarlo como un pasatiempo. Por eso, cuando intenté pensar en comer como un hobbie, me imaginé a alguien que va más allá de comer para alimentarse, que tiene un interés muy consciente sobre la comida y que hace cosas llevado por ese interés.
Qué extraño que veas el pasatiempo como algo tan disruptivo, si apenas es (según la RAE) una “diversión y entretenimiento en que se pasa el rato”. ¿Es decir que no necesariamente disfrutas la lectura? ¿Salir al parque no te parece un pasatiempo? ¿Por qué lo haces, entonces?
es que, de entrada, la palabra pasatiempo me parece poco adecuada, creo que preferiría “afición” por lo mismo que tu dices un pasatiempo, en su definición más estricta, es una actividad que se hace en los entretiempos de tu vida, sólo para no aburrirte o algo así pero, en mi vida, lo que suele denominarse como “pasatiempos” son actividades de importancia crucial que, aunque no tienen ninguna finalidad aparente (económica, laboral o social) son igual de importantes (o más porque me dan mucho placer) que mis otras actividades no-pasatiempos.
Ya mi padre se reía de mi y decía que yo tenía por hobbie “estudiar derecho” y no al contrario, como suele suceder, que mis hobbies eran el violín y el ballet.
Supongo que es porque me tomo muy en serio mis pasatiempos que los pongo en ese lugar especial.
Ahora, que algo sea cotidiano no quiere decir que no genere placer. Volviendo al tema de la comida, del hecho de que comas y TENGAS que comer todos los días, no significa que la comida no sea una actividad placentera. Así sucede con la lectura, puede ser placentera (como sentarse a disfrutar de un libro), util (hecha solo por la finalidad de conseguir una nota haciendo un trabajo) o vital (leer que ahí hay un perro bravo y no te puedes meter).
Creo que ya veo dónde está la ruptura entre tu punto de vista y el mío. Esta es una discusión bizantina (“¿qué tan importante tiene que ser algo para ser calificado de pasatiempo o no? ¿qué es un pasatiempo? ¿qué es una pasión? ¿comemos por placer?”) que apenas medio revela qué nos gusta hacer y qué buscamos haciéndolo. Gracias por contarme tu caso.