El brazo mecánico

Llegó tu brazo mecánico. La caja está en la sala. Es más grande de lo que pensábamos. Deja ese cuchillo quieto. No tienes que cercenarte la mano para estrenarlo, es como un guante. Puedes dejártelo puesto todo el día para que aprendas a usarlo. Con el brazo no puedes comer cereal ni tocar flauta. ¿Quieres que te compre un xilófono? No le intentes hacer cosquillas a tu hermano, por favor. Abrázame con el otro brazo. Ten cuidado en el bus, no sea que dejes las varillas dobladas. Preséntale esta excusa a tu profesora y ofrécete a romper candados a cambio de las tareas de hoy. No te voy a dejar usar ese brazo por siempre, las tareas son más importantes que los candados. Ni se te ocurra pelear con los otros niños, tu brazo es para el bien. Todavía eres muy chiquito para combatir el crimen, pero hay muchas otras maneras de hacer el bien. Seguro que algún amiguito tuyo tendrá una botella que no pueda abrir. O no, mejor, ¿sabes qué? Quítate ese brazo mecánico, haz las tareas, pórtate bien y el domingo te dejo jugar a romper y soldar láminas de metal y a lanzar cosas muy lejos. Pero también me ayudas a picar las verduras del almuerzo, ¿bueno? Ahora sí cómete el cereal, que te va a dejar el bus.

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