Hoy es treinta de abril y es hora de preguntarnos “¿qué hemos aprendido, Charlie Brown?”
Aprendí que no me gusta escribir todos los días, pero la constante presión es altamente útil para al menos mantener cierta motivación y no dejar este blog botado mientras miro por la ventana y me doy cuenta de que a las palomas les gusta el transformador de energía que obstruye la maravillosa (a…já) vista de mi cuarto. Me di cuenta de que me gusta poner fechas por títulos y de que me gusta cómo se ve la palabra “dieciséis”. Aprendí que el pingüino es el mejor animal que existe, pero creo que esa es una lección vieja. Intenté aprender a tocar el charango, pero se sintió como un ukulele gigante con cuerdas de más y no me agradó tanto. Noté que la presión autoimpuesta para el blog generaba nuevas (y muy bienvenidas) autopropuestas: por qué no volver a escribir canciones, por qué no volver a escribir poesía.
No he logrado escribir más rápido. Sigo distrayéndome muchísimo. Por dios, ¡si me estoy distrayendo mientras escribo esto! Espero que el día que saquen mi direct-to-home-video biopic se aseguren de incluir una escena donde lucho contra mí misma para sacar un parrafito de nada. Será una historia de superación personal tipo A Beautiful Mind, pero en vez del Premio Nobel me gano un comentario.
Ahora que he recobrado una mínima parte de mi disciplina, debo hacer lo siguiente:
- seguir escribiendo como si no hubieran cambiado las reglas del juego
- hacer textos fuera del blog
- no se me ocurre más, pero dos viñetas no más se ve como mal
Eso es todo por ahora. Ha sido un buen primer mes post-Japón. Ahora me voy a seguir socializando espontáneamente, actividad novedosa y fascinante que me ha traído este cambio de vida.
Por alguna razón las cosas escritas vienen de a tres… siempre me pasa que listo de a tres: como esto, esto y esto. En ensayos me termino inventando reforzadamente el “y esto”, porque sin él como que no cuaja la cosa…
Mi ex profesora/jefa les enseñaba a los estudiantes a escribir/dar presentaciones según “the rule of three”. Es útil.
jajaja, esa regla del tres aplica para demasiadas!!! cosas jajaja. Un abrazo!
Escribir todos los días es un buen plan. La disciplina es necesaria para todo, incluso para ver TV y rascarse la barriga. Dejas de hacerlo un día… y no sabes en qué va Dexter (obviamente no voy a decir nada sobre la pelusa, esa que se acumula en el ombligo por culpa de no rascarse por 24 horas).