Too Cool for School

Dentro de exactamente dos horas estaré sentada en una silla, lápiz en mano, derrochando mi cuota semestral de atención. Dentro de dos semanas más o menos ya no sabré quién dijo qué.

De las vacaciones me quedan el sopor de una causa rellena, la textura del panetón D’Onofrio con chocolate y masmelos, el siempre bienvenido sabor del sushi y el kibbe y una botella de agua que no recuerdo a qué hora me tomé. Tengo además el creciente papeleo que parecerá gobernarme durante los próximos ocho o nueve meses, libros leídos y a medio leer y, por primera vez, la satisfacción de haber hecho un poco de ejercicio. Me he ganado un stalker amigable, mucha música nueva, la reafirmada amistad de los de siempre y las insistentes preguntas de los niños que no pueden esperar para aprender más palabras en un idioma nuevo.

Será un semestre muy, muy extraño. ¿Tres clases no más? ¿Enseñar? ¿Repasar lo que con tanto alivio arrojé al olvido cuando me gradué del colegio?

Y cuando estos meses de ocupada espera terminen… ¿Tendré que volver a la rutina que acabo de abandonar casi que por accidente?

[ Denkmal — Wir Sind Helden ]

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