Un año en casa después de la montaña rusa. Más de un año transmitiendo letras al mundo inexistente. Casi dos años sintiéndome como Penélope y negándome rotundamente a abandonar esta posición. Dos años sin uniforme escolar. Cuatro años con los dientes y la piel en mejor estado. Cinco años y medio despierta del letargo que me mantenía lejos del espejo. Seis años con la visión borrosa. Siete años reconociendo mi ineptitud social desde la distante silla de una fiesta. Nueve años con la frente al descubierto. Diez años lejos de mi primera mejor amiga. Doce años enamorada del bordado y la tinta china. Trece años con recuerdos de un mar que veía por segunda vez. Quince años marcada por la Zarza. Diecisiete años leyendo. Dieciocho años traspasando personajes de mi mente al papel. Diecinueve años caminando. Veinte años con la luz intermitente del mundo en la cara.
Veinte.
Twenty.
Vingt.
Nijyu.
Dos décadas.
Cuatro lustros.
Veinte años.
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