Hako no Naka III

Para terminar con el ciclo de posts más inútil de la historia y retirarme de una buena vez a descansar la vista (por cierto, ya me siento mucho mejor y la esclerótica de mi ojo izquierdo ha recobrado su saludable color blanco), terminaré de contarles (¿a quiénes?) acerca de las maravillosas cositas que vinieron en la misteriosa caja que me entregaron una mañana de sábado.

No recordaba que le había pedido al remitente un pin del Hard Rock Cafe Tokyo, así que ésta fue una grata adición a mi colección (ya dirán “uuuy no pues…” pero ni siquiera tengo el de Bogotá, así que… bueno, es una colección que apenas comienza— no, éste no es el primero).

Lo que sí esperaba con fervor —no, en realidad también lo había olvidado pese a haberlo pedido vehementemente— era el útil escolar más importante de mi tímida incursión al mundo de la lengua japonesa:

¡¡TATÁN!! ¡UN MARCADOR-PINCEL! ¡SE ACABÓ LA RASPADERA DE TINTA! ¡AHORA PODRÉ PRACTICAR CALIGRAFÍA DONDE SEA CUANDO SEA! ¡¡¡HURRA!!!

Por último hablaré de lo más curioso que vi en toda la caja. Se trata de una propaganda muy particular en uno de los videos que me grabó el remitente. Aparentemente, ésta es una propaganda de McDonald’s como cualquier otra, promocionando la Cajita Feliz, para-pa-papá I’m loving it! (lástima que no digan I’m rubbing it en una hermosa demostración de Engrish.) Sin embargo, al final sale el infaltable Ronald McDonald…

…¿¡con ojos rasgados!?

Sí señores, Ronald McDonald se amolda perfectamente al fenotipo de los aislados habitantes de las islas niponas. Quisiera saber cómo es Ronald McDonald en India, en Vietnam, en Senegal… Oh, vaya, según mcdonalds.com no hay restaurantes en Vietnam ni Senegal, y el Ronald de India es igual al del resto de Occidente… Olvídenlo. ¡Pero en McDonald’s Hong Kong Yao Ming promociona las Big Mac!

En fin. Ya que este blog fracasa estrepitosamente en una posible intención de ilustrar, sorprender, divertir, o al menos dar la impresión de que la dueña tiene una vida mínimamente interesante, me voy a abrir el paquete de Kit-Kat con sabor a pie de limón que venía en la caja.

SUENA: All at Sea — Jamie Cullum

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