Antes de que la gripa, la blefaritis y la queratitis me enviaran derechito a la cama (lo cual significa que no debería estar aquí), abrí la caja y examiné su contenido. No, no había libros de arte, ni DVDs, ni piedras de go, ni fotos, ni sake. Mucho menos había una gata de Foto Japón. Lo primero que noté fue una carta en una mezcla indistinta de inglés, japonés y español.
El remitente me dijo por msn que debía tener cuidado con la gelatina de konnyaku (el konnyaku, por lo que he logrado ver, debe ser un tubérculo). ¿¡Qué!? ¿Gelatina en esta caja? En efecto.
Y no eran estos paquetes lo único comestible. Era una cantidad increíble de paquetes y cajitas de chocolatinas, chicles y frunas, además de aderezo para bolas de arroz. No sé cuánto tiempo me tomará consumir y repartir tanto dulce.
Sin embargo, con la gripa apaleándome, todo parece indicar que mejor espero a que llegue mi cumpleaños para empezar a gozar de todos aquellos manjares. Tampoco puedo empezar a disfrutar los objetos no comestibles (de los cuales hablaré después) si me toca andar con gafas oscuras y sin lentes durante una semana entera. Como venía diciendo, no tengo por qué estar sentada frente a este computador achicando los ojos. Mejor vuelvo a la camita a convalecer.
SUENA: You and I Both — Jason Mraz
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