Tanto corazón desparramado entre estas páginas…
Tanta gente en corro mirando hacia abajo con cejas arqueadas,
Olisqueando con cautela,
Poniendo entre la babosa carne carmesí la yema de un índice tembloroso…
Esperaba el vago sonido de un eco,
Ondas cruzando canales de piedra muerta para colarse entre
Canales minúsculos, vivos,
El resonar de un tambor fino como papel de arroz.
Esperaba una voz o dos susurrando pequeñeces:
Jamás este estruendo de estadio en un juego que no sigo,
De estampida de bisontes,
De tifón innecesario…
Debería taparme los oídos, cerrar los ojos:
Dejar que la única voz posible sea la mía,
Ahogada por la sordina que habré de ponerle al mundo,
Gatear entre sus piernas y recoger los pedazos desfigurados
Que el sol ha tornado marrones.
Y con las manos sucias
De mi propia alma abierta
Retirarme a pasos cortos, retroceder,
Dar media vuelta y correr
Con mi carnicería entre el pecho
A un lugar más apartado,
Donde no sea más que un destello de granate
Entre los colores del día
Confundidos en un solo blanco desganado.
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