Death & Decay

Cuando estaba como en 2do de primaria nos hacían jugar a food chain y food web con unas cartas ilustradas con animales. Una de las cartas, la que más recuerdo, traía el dibujo de un cadáver ya en los meros huesos, y el título era Death & Decay. Esa carta servía para los carroñeros y creo que para el pasto.

Si en este momento tuviera esa carta en mis manos, o más bien, si me fuera posible ubicarla en algún lugar de TOL, diría que cada vez hay más blogs perseguidos por ella. Poco a poco la gente se aburre de contar sus bizarras aventuras, decide que nunca tuvo la calidad deseada y se va a probar suerte en hojas de papel, o se siente intimidada por los comments que escudriñan al derecho y al revés sus ideas… y se va. Los dueños de estos blogs moribundos dicen adiós y cierran la puerta lentamente o simplemente se levantan y se van.

Como en los entierros que reúnen a amigos ya ancianos, en los que la gente secretamente se pregunta cuándo me tocará a mí, los que aún permanecemos “vivos” en este ámbito nos preguntamos cuándo nos tocará a nosotros, cuánto tiempo nos queda… qué nos depara el futuro. ¿Estaremos acá para contarles a los demás que nos vamos a casar cuando llegue el momento (en caso de que todos fuéramos solteros, lo cual no es así)? ¿Hablaremos de nuestros hijos (dado el mismo caso)? ¿Cuántas veces cambiarán nuestras banderitas de residencia? ¿Se volverá alguno de nosotros famoso y su blog visitado por miles de fans en busca de sabiduría (todavía más famoso que el Maestro Javier, obviamente)?

El blog es en parte agenda, en parte cartelera de anuncios, en parte diario. Una fracción de nuestras vidas está contenida acá como un documento virtual que prueba que en algún rincón del mundo existió cierta persona que se dedicaba a cierta actividad y tuvo ciertos logros y derrotas. De cada dueño depende el futuro de su blog, sea cual fuere su contenido, y aniquilarlo debe ser una decisión supremamente dura. Me pregunto si los dueños de los blogs muertos imprimieron lo que habían escrito o simplemente lo dejaron ir —un ritual semejante a la quema de cartas, aunque desprovisto de actitud ritual… con sólo oprimir un botón se va todo de inmediato—. Me pregunto cuánto tiempo seguiré sentándome frente al computador hablando de cualquier cosa… y no sin cierta nostalgia, cuánto durará cada uno de ustedes, queridos colegas bloggers.

Al ser miembros de esta comunidad nos vemos supeditados a seguir de cerca las vidas de los seres que se esconden tras la pantalla, y por tanto a dedicarles un poco de nuestros sentimientos (no es amor, no es odio puro… es algo curioso que parte del agrado de encontrar una entrada nueva en esa precisa página). Entre más longevo sea el blog, entre más leamos, crecerá entre nosotros un nexo que dolerá mucho romper en el momento de la muerte de eso que alguna vez abrimos en un arranque de ocio. Y si no me creen, pregúntense cuántas veces han deseado en secreto que Twisted Reality reviva, de la misma ilusa manera en la que tanta gente suplicó (hasta que fue definitivamente imposible) que los Beatles se reunieran.

SUENA: The Show Must Go On — Queen

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