In the Sultan’s absence the Grand Vizier JAFFAR rules with the iron fist of tyranny. Only one obstacle remains between Jaffar and the throne: the Sultan’s beautiful young daughter…
Marry Jaffar… or die within the hour. All the Princess’s hopes now rest on the brave youth she loves. Little does she know that he is already a prisoner in Jaffar’s dungeons…
Bienvenidos a mi segunda edición de La senilidad nos golpea. Hoy quiero rendirle un homenaje a un juego que fue parte indiscutible de nuestra vida ochentera: de Broderbund Software, Prince of Persia. ¿Quién puede olvidar el oscuro panteón laberíntico por el cual corre nuestro apuesto príncipe persa esquivando pisos espinosos, veneno, grandes alturas y espadachines?
“¡Ah!” dirán ustedes, y en sus mentecitas se prenderá una lucecita que dice que están conmovidos por el recuerdo. Pues sí, amigos, Prince fue todo un ícono entre los que tuvimos el privilegio de acercarnos a un computador durante nuestra temprana infancia.
En mi caso, la experiencia vino de mano de mi Tío Hernán, un apuesto ingeniero de sistemas al que amé con el alma y quien apenas crecí un poco entregó su valiosa juventud a las garras de una maléfica mujer que se lo llevó… a Miami. Mientras fue soltero, dedicó muchos de sus días a darme grandes lecciones sobre los computadores. Cada vez que llegaba a casa de mis abuelos paternos preguntaba si podía usar el computador… y jugaba Prince. En mi pequeñez no llegué a dominar el juego, pero sí sus trampas. Sabía que con Shift+L saltaba niveles, Shift+W me permitía caer como una pluma desde una altura grande (y la pantalla titilaba con una musiquita que paraba cuando paraba el efecto), y creo que Shift+N agregaba vidas (el que sepa bien este comando por favor corríjame). Esto sólo se podía hacer si se tenía Prince Megahit. Entonces yo escribía en el computador de mi tío:
C:\>cd juegos
C:\JUEGOS>cd prince
C:\JUEGOS\PRINCE>prince megahit
La pantalla se apagaba para luego iluminarse con el extraordinario colorido que sólo una pantalla VGA podía otorgar entonces, y una música de MIDI me embriagaba desde el parlante interno del computador.
Me encantaba la princesa.
Era tan bonita, recostada entre sus cojines… Ese cuarto era mi cuarto de ensueño. Si no fuera porque había que casarse con Jaffar, yo con gusto me habría encerrado en ese lujo.
A medida que uno avanzaba en los niveles, el laberinto se iba embelleciendo, aunque a veces se regresaba al laberinto feo y oscuro del principio. Otro aspecto que me gustaba era cuando uno llegaba a una ventana y se veían las estrellas. Era como si yo misma quisiera salir y verlas…
¡Hay que matar al espadachín! SHIFT SHIFT SHIFT SHIFT SHIFT ¡Y cuidado con el espadachín gordo de niveles venideros!
Lo más asqueroso era ver al príncipe muerto, todo ensangrentado. Las peores muertes eran la de las espinas, cuando uno veía al hombre colgado y atravesado, y cuando no lograba atravesar las hojas afilabas que se abrían y cerraban como una gran mandíbula. Se veía una mitad en un lado y la otra en el otro, y las hojas exhibiendo la sangre con orgullo.
¿Alguno de ustedes vio al fantasma invencible de Prince mientras jugaba? Yo sí.
He visto el final de Prince. No recuerdo cómo se aniquilaba a Jaffar, pero lo que sé es que el príncipe persa llegaba corriendo a los aposentos de la princesa, ella se volteaba de repente, y se abrazaban en un apasionado beso de amor. Lamentablemente, no hallé la imagen del final sino en versión Nintendo, que no es la que conocemos.
Agh, ya me dieron ganas de ver si tengo Prince en algún diskette para ponerme a jugar. Definitivamente, estoy atrapada en mi propia infancia.
Y recuerden, sólo disponen de una hora para hallar a la princesa…
SUENA: Here It Comes Again — Melanie C
SIENTO: nostalgia y ganas de jugar Prince
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