Tras la cortina, delante del blog

La cortina parecía encerrar algo más que un simple recinto vacío. Algo se movía, se arrastraba tras la delgada muralla que dividía la privacidad de dos mundos, y era hora de desenmascararlo. Las pruebas de su existencia eran ya demasiado obvias como para pasarlas por alto.

Se dirigió a la puerta contigua y, sin respirar profundo ni mirar a todos lados, golpeó. Una joven de aspecto completamente normal, inclusive aburrido, apareció en su umbral. Él no le dio tiempo de preguntar quién era.

“Hola! Antes de cualquier cosa, gracias por ser la vecina de este blog.”

Consternada, recordó todo lo que se había dicho algún día de agosto en el que sus solitarias palabras resonaron para todo un mundo, y ahora el eco inesperado le traía una respuesta. La que menos se imaginaba. La del dueño de la casa que ella había examinado durante varios días sin saber si esperaba ser descubierta o no.

Aún sin musitar respuesta alguna, la vecina tornó su mirada hacia los objetos de su casa, las palabras que la constituían, y la vio como un libro abierto que ahora sería leído por más personas de las que jamás se había imaginado.

¿Qué sucedería después de esto?

A juzgar por la amabilidad del vecino, nada. Las palabras seguirían fluyendo. Las casas seguirían siendo escudriñadas. Lo único diferente sería que, de ahora en adelante, las ventanas permanecerían abiertas de par en par.

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