Explicaciones no pedidas, parte I

En parte lo que me ha traído de vuelta aquí —ahora sí con un impulso serio e irrefrenable— fue darme cuenta de que andaba contándole anécdotas repetidas a Cavorite y ya él empezaba a reaccionar con la abnegada paciencia de quien escucha a la abuelita. Debo acotar que mi abuelito era un narrador increíble y sus historias eran fascinantes, así que nunca sentí que sentarme a escucharlo requiriera esfuerzo alguno. Pero yo no soy mi abuelito y mi vida ha estado cómodamente exenta de aventuras, así que quiero ahorrarle a Cavorite la constante rotación de recuentos tibios y blandos. Heme aquí entonces.

0 Responses to “Explicaciones no pedidas, parte I”


  • No Comments

Leave a Reply