Ruido de llaves, crujir de puertas

Llevo un montón de tiempo evadiendo este blog, convencida de que no tengo nada que decir. Sin embargo, esta mañana tuve la clara sensación de querer escribir. Todavía no tengo nada que decir, pero, ¿eso cuándo ha importado? Por fin lo entiendo.

Esperaba volver al editor del blog como quien llega a un cuarto abandonado, intacto pero desaturado bajo el gris del polvo acumulado. La realidad, empero, es otra: soy una persona vieja que vuelve a un lugar favorito de su juventud a revivir recuerdos y se encuentra con que todo ha cambiado y ya nada le evoca nada. Suele ocurrir. Ahora no sé cómo usar esto pero qué le vamos a hacer. Ya estamos aquí; no vamos a huir.

Ahora, ¿en qué quedamos la última vez que escribí aquí? Ah, sí. Era 2020. Supongo que debí haber documentado el encierro de 2020-2021, pero el ánimo no estaba como para inmortalizar eso. Lo único que vale la pena mencionar al respecto, por ahora, es que sufrí tremendamente por la falta de verde en mi vida, así que armé una enorme colección de plantas de interior. Ahora soy una especie de jardinera que usa las matas como pretexto para procrastinar.

Hay más cosas que contar, obviamente, pero no agotemos todo de una vez. Quitémonos la chaqueta y pongámonos cómodos. Estamos en casa.

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