Hola, por qué andas sola

A veces se me ocurre que quiero escribir sobre mis vecinos de países islámicos y lo deliciosamente insoportable que es recorrer el pasillo de mi edificio a la hora del almuerzo o la cena (“¡y yo comiendo gusanos!”). Sin embargo, en realidad no tengo mayor cosa que decir salvo que ellos se alimentan bien y yo mal.

Hoy descubrí que enrejaron el pasillo que conecta los dos edificios de mi facultad en el sexto piso. Al parecer por fin se aburrieron de los suicidios. Me imagino que la gente ahora tendrá que tirarse desde la facultad de arte o tal vez aumentará el número de ahorcados. Afortunadamente no se volvieron a presentar asesinatos desde que un fanático religioso degolló al profesor que estaba traduciendo Los versos satánicos al japonés. Eso fue hace rato, frente a los ascensores del séptimo piso. Todavía hay un cartel amarillento y arrugado pegado a la pared de unas escaleras, invitando a colaborar con las autoridades para encontrar al asesino.

Se cayeron las flores de cerezo y no me tomé la molestia de ir a contemplarlas.

[ God Only Knows — Beach Boys ]

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