Como los unicornios

American Forces Network ha pasado a formar una parte importantísima de mi vida en Japón. Gracias a esta radiodifusora he logrado camuflar los gritos matutinos de los aprendices de policía japoneses y mi experiencia de cocinar, desayunar y estudiar es mucho más agradable. Tengo FM en mi celular, pero la programación de todas las emisoras de Tokyo juntas no se compara a las mañanas con los Beatles, The Mamas and the Papas, Aretha Franklin y tantos otros que voy anotando en un post-it de osito para cuando tenga computador propio. Claro que los locutores tienden a hablar como George W. Bush, diciendo “nucular” cuando quieren decir “nuclear” e invitando a dirigirse en internet a “dubya dubya dubya dot … dot com”. De pronto es una medida oficial para que los soldados nunca deshonren a su presidente.

Hace unos días, justo antes de salir a clase, empezó a sonar una canción de Shakira. Sin embargo, no supe que era Shakira sino mucho más adelante —cuando empezó a balar, claro—. Y la cantante no podía importarme menos. Lo que me llegó al alma fue lo siguiente:

A lo largo de toda la canción se escucha clarísimamente la trompeta característica de “Amores como el nuestro”, de Jerry Rivera.

Ahora me pregunto si las jovencitas todavía tararean esa canción cada vez que suena en los buses bogotanos, pero en ese entonces me reí sola, preguntándome cómo podía perseguirme ese clásico de la mala salsa hasta tan lejos, guardándome el momento para comentarlo en otra ocasión. Acá nadie podría comprenderlo.

[ pasos de alguien alejándose ]

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