Náusea

Esta noche, la ciudad se ha convertido en un caldo de olores. Puedo ver cómo me envuelven en medio de la calle, otorgándoles brillantes tonos rosas y anaranjados en medio del interrumpido vacío negro. Pasa una joven caminando y su perfume como de muñeca plástica sisea bajo mi nariz. Flota incómodamente como una cinta de tul, negándose a apartarse de la entrada de mis fosas.

El andén de amplios cuadrados grises termina donde empiezan los bloques de concreto que contienen insignificantes flores rosadas. Camino a su lado y su olor dulzón lanza gritos agudos. Están forzándome a tornar mi vista hacia ellas, tristes enanas de circo. Empiezo a incomodarme. Sus chillidos se mezclan con los remolinos cálidos que tiñen la atmósfera, y noto que he tomado demasiadas cucharadas de esta desagradable sopa. Si dejo de caminar, de moverme, todo se estanca sobre mí, me asfixia, me venda los ojos y me hacer dar decenas de vueltas antes de golpearle a la piñata en la que se ha convertido mi estómago. Rechazo un abrazo: aquella chaqueta huele a la tela de la que está hecha, a través de sus fibras se logra colar su colonia como caramelo por entre un cedazo. No lo soporto más.

Todos los planes de la noche caen estrepitosamente bajo el peso del espeso sancocho que se ha cocinado a mi alrededor, sólo para mí. No queda más remedio que despedirme en un murmullo mareado y volver a casa lo más rápido posible. En el bus, la ventana abierta de par en par, por favor.

[ Sympathique — Pink Martini ]

0 Responses to “Náusea”


  • No Comments

Leave a Reply