Topotoropo

Una semana sin ADSL es algo demasiado cruel. Tratar de acostumbrarse al ruidoso Internet de 28800bps en un Pentium MMX es casi impensable. Pues bien, después de una visita sorpresa del señor técnico de ETB (a quien le estoy muy agradecida pese a que casi me daña el almuercito con el patrón don Himura) he resultado de nuevo con Internet decente en Gregorio, el computador principal de la casa.

De esta manera, para no perder la tradición, Olavia Kite postea exactamente en el momento en que debería encontrarse haciendo una tarea.

***

Olavia Kite: Buenas, ¿cuánto vale la Pony Malta grande?
Señora: $800.
OK: ¿$800?
S: Sí, pero la pequeña. La grande no se la vendo porque estoy en hora de almuerzo.
(Aquí transcurren dos segundos en los que Olavia se pregunta qué rayos tiene que ver la hora del almuerzo en una tienda visiblemente exenta de clientes con una venta que, aunque humilde, representa cierta ganancia. Mientras tanto le señala a Himura una almojábana marca Topotoropo.) La imposible Pony Malta, marzo 30, 2005.

Mi hermana, gran prospecto de Blogger que nunca blogueó, no podía creer que 1) alguien no quisiera venderme una Pony Malta en más de una ocasión, y 2) existiera una almojábana (o cualquier cosa) de marca Topotoropo. Así que me envió en su búsqueda.

Ahora bien, necesito que alguien me explique cómo en esta vida una tienda puede ensañarse con un ser humano inocente que lo único que le ha pedido ha sido un par de productos que supuestamente se hallan a la venta. ¿Creen que la señora se negó a venderme las almojábanas? No. Sucedió algo peor: las doradas piezas, envueltas graciosamente en su paquetico inofensivo de vaquita sonriente, estaban cubiertas de hongos.


Fig. 1.1.: Almojábana Topotoropo. Nótense las manchas detrás del letrero de la marca: son un hermoso y peludito cultivo de hongos.

No me vine a dar cuenta sino esa tarde, cuando mi hermana recibió el encargo y notó que no se podía comer lo que tanta curiosidad le causaba. Al fin y al cabo, cortar un pedazo no sería suficiente porque ya sabemos lo que le pasó al señor que sólo le cortó un pedacito a un pan y los hongos remanentes se le comieron la cara. Himura, quien compró una deliciosa y fresca dona Nutrix cuando yo compré las almojábanas putrefactas, tampoco notó la estafa al acompañarme a efectuar la adquisición. Conservamos la asquerosa pieza un par de días, hasta que no hubo más remedio que botarla. Antes de darle el adiós definitivo, le tomé más bien de afán esta foto.

Ahora sólo me quedan algunas dudas…

  • ¿Por qué me odian en esa tienda?
  • Si no puedo comprar Pony Malta ni productos de repostería allí, ¿qué puedo comprar? ¿Soy persona non grata allí? Si es así, ¿por qué no me lo dicen de una buena vez en lugar de hacerme pasar penurias?
  • ¿Por qué Himura puede comprar con confianza en ese lugar?
  • ¿A qué sabe la almojábana Topotoropo?

[ Little Sister — Queens of the Stone Age ]

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