El blog de al lado

Imaginen a Blogger como una gran ciudad en la que muchas casitas yacen habitadas por ideas de gente normal y extraordinaria alrededor del mundo. Algunas casitas se encuentran solitas, sin más visitas que las de su propio dueño. Otras deciden hacer parte de un vecindario con la esperanza de recibir visitas. En cierto modo esta página hace parte de este último grupo al haber ingresado a Las cinco del viernes. Se supone que varias personas son atraídas por la curiosidad hacia un link llamado C:\GEEK>, sólo para llevarse una desilusión y no encontrar nada realmente interesante salvo fragmentos voladores del pensamiento de una joven un tanto retraída que acaba de reiniciar su vida universitaria después de una temporada entre los infinitos maizales de Iowa. Así pues, me hallo entre un grupo de bloggers de más o menos toda Iberoamérica, y como cualquier habitante de un conjunto residencial, me da curiosidad cada vez que llega un habitante nuevo.

Hace un tiempo llegó alguien que inclusive recomendó una pregunta para Las cinco del pasado viernes, las cuales no contesté por falta de respuestas interesantes. En la inspección de página que efectué descubrí que es mi coterráneo. Es más, su edad se acerca a la mía y también estudia Literatura. No en mi universidad, pero hey, es Literatura. Desde entonces empecé a leer lo que escribía sin dejarle comentarios al respecto. No siempre es interesante, aunque lo mío tampoco es que sea la panacea biográfica, pero el hecho de saber que vive a unos cuantos kilómetros de mí (no más de una centena, seguramente) es suficiente para despertar una profunda curiosidad por el progreso de aquel blog. Es como el vecino cuya ventana se examina en busca de algún rastro interesante de vida familiar, no por la persona en sí sino por ser vecino y hallarse tan pero tan cerca. Obviamente no lo he visto, dudo que lo haga y dudo que yo realmente quiera conocerlo. Al fin y al cabo, no es un vecino presencial.

Por ahora me limitaré a seguir escudriñando el blog de mi anónimo compañero, quien muy seguramente no se ha dado cuenta de que, en la lista del vecindario, muy cerca del nombre de su casa, se encuentra el de una habitada por alguien que lo mira atentamente tras las cortinas.

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