No sé si ha pensado en esto alguna vez, pero todo el tiempo hay cosas muertas cayendo de nuestro cuerpo. No me refiero a brazos enteros a lo bailarín de Thriller, sino a partes diminutas. Pelo, piel, los bichitos que viven en nuestras pestañas. Teniendo en cuenta estas minúsculas instancias de la muerte a nuestro alrededor, no es del todo descabellado pensar en la posibilidad de una invasión zombi a pequeña escala. Pero qué sé yo de zombis, ¿verdad?
Los zombis no van a salir de los cementerios cuando vengan por nosotros. No vale de nada que sigan quemando las fosas comunes. Esos muertos ya no vuelven. No sé si me entienda cuando le digo que no tendrá oportunidad de vengarse con un hacha de la novia de su ex novio chorreando sanguaza por la calle. Míreme a los ojos, ¿me va a decir que no me cree? Tal vez lo haga cuando la puerta de su casa se atasque y a usted se le dé por tomar un baño mientras baja el sol —qué iluso es uno pensando que es un simple caso de expansión por calor—. Usted abre el grifo y espera un rato. ¿Qué es eso? ¿Una peinilla? ¡Qué demonios cree que hace? ¿Acaso cree que tengo tiempo de lidiar con sus muertos? Escúcheme. No desatienda el sifón. No quiero volver a ver el agua saliendo a borbotones por el piso. Inocente porquería verde-gris, dirá usted. Ja.
Yo sigo limpiando frenéticamente los rincones de la casa para detener un segundo ataque, pero es apenas un paliativo para lo inevitable. Volverán por mí. Ya están volviendo. No puedo permitir que se me sigan resecando las piernas.
[ Don’t Worry Baby — Beach Boys ]
>Las cremas humectantes son entonces un arma diseñada por la CIA para evitar la invasión de los Golem, seguramente comunistas?