NaCl

Después de pasar un par de horas mirando libros en el Maruzen de Nihonbashi, Azuma y yo nos fuimos a Shinjuku y tomamos el bus que nos llevaría a Kobe a las once de la noche. El vehículo, uno de tantos que cubren las rutas nocturnas en las que a uno lo obligan a dormir* (apagan las luces y piden silencio tan pronto arrancan), se detuvo a eso de la una de la mañana en una de esas estaciones de carretera donde hay baños por montones y venden comida y souvenirs. Nada digno de ser comprado, salvo un pececito rojo de peluche que Azuma TE-NÍ-A que llevarse.

Cerca de la salida de la tienda nos encontramos una pequeña estantería donde se exhibía una gran roca rosada rodeada de muchos guijarros rosados, blancos y negros desperdigados, además de frascos y más frascos llenos de estas raras piedrecillas. “Sal de Ankara”, “Sal de Pakistán”, “Sal del Antártico”, decían sus respectivas etiquetas.

Sin ningún tipo de aprehensión, probé una piedra rosa.

Sal.

Sal.

Lástima. Era tan bonita.

Suponiendo que las negras tendrían el mismo decepcionante efecto, tomé una y me la llevé a la boca.

Sal.

Azufre.

El sabor se expandió desde mi lengua hasta obligarme a intentar eructar algo que jamás había tocado mi estómago. Fue como si el sabor a huevo cocinado hubiera provocado la generación de una serie infinita de huevos invisibles que tarde o temprano dejaban de caber en mi boca y debían ser liberados.

Ahora tengo la desagradable sensación de haberme comido un gas intestinal.

[ No More “I Love You’s” — Annie Lennox** ]

*Y sí, dormí, pero los sueños que alcancé a tener estaban relacionados con el dolor*** y entumecimiento de mis piernas que estaba sufriendo al tenerlas estrujadas contra el puesto de enfrente a falta de espacio. Cosas de los buses japoneses.
**Idea para un posible grupo de Facebook: “Yo también creí que Annie Lennox era un travesti”. Por favor, hagan caso omiso de esta idea. De millones de grupos que existen en Facebook, sólo unos pocos representan un esfuerzo válido.
***Y ahora el dolor es de garganta, pues durante el trayecto Tsukuba-Tokio-Kobe perdí la voz por completo.

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