Il mondo rotondo con Olavia Kite: Ascaroth

Cuando se habla de Ascaroth se habla de uno de los pilares del arte contemporáneo. Cuando se habla de Ascaroth, se habla del corazón humano puesto en escena en sus más cotidianas manifestaciones. Él es el artista integral, uno de los pocos que rescata el ideal renacentista del conocimiento que todo lo abarca y lo conjuga en las distintas artes en las que se desenvuelve.

No fue difícil abordarlo, su amigable presencia en un bar del centro de Bogotá invitaba a la conversación. Contrario a lo que se podría esperar de un fiel representante de la bohemia citadina, Ascaroth no se mostró enigmático ni vago en sus respuestas, lo que permitió un diálogo cálido y fluido. Espero que esta entrevista logre su cometido: servir de ventana a la genial mente de uno de los grandes maestros literarios y musicales de nuestra época.

Olavia Kite: Buenas y santas noches, Ascaroth. Comencemos con una cuestión de gustos: ¿El roscón relleno de bocadillo o arequipe?

Ascaroth: Me cogiste fuera de base. Yo diría que con bocadillo; el sabor del pan dulce y el arequipe se confunden, mientras que el del pan dulce y el bocadillo se complementan. (No soy fan del roscón, igual).

Su amor por la música es más que evidente en su blog y en su vida diaria. ¿Qué diría usted que impulsó esta conexión entre usted y el arte?

Mi primer amor musical fue Guns N’ Roses. Mi segundo, Queen. Entre ambas veo como nexo claro el que los cantantes de ambas bandas gustaban de subirse al escenario con un chingue pegado que no deja nada a la imaginación. En resumen, fue un chingue pegado el que impulsó esta pasión.

¿Por qué es preciso amar a Spinetta?

Spinetta es un híbrido entre un marciano, una anciana, un rockero y un hippie. Es como E.T viendo Casaclub, tocando guitarra eléctrica y fumando marihuana. ¿¿Necesito decir más??

Cuénteme cómo le fue posible retratar tan fielmente la cruda realidad cotidiana de Bogotá en El diario de Wilmer Chunza.

El drama de Wilmer Chunza es el mismo drama sobre la dominación, el sometimiento y la opresión que se ha explorado a través de toda la historia del arte, desde dramaturgos como Shakespeare hasta cineastas contemporáneos como Von Trier. Si bien las obras del primero transcurrían en diferentes partes del mundo, desde Venecia hasta Roma, y las del segundo en la última étapa se han centrado en la geografía norteamericana, veo que ha hecho falta alguien que sitúe estas situaciones en el barrio El Tabora, que desde su mismo nombre desprende poesía y maldad. Me fue posible porque Bogotá es una tierra de contrastes, aquí no tenemos la ciudad de Venecia pero si el barrio Venecia. (Y no tenemos la ciudad de Roma pero si el barrio Roma, y pa’ mas colmo, ¡el barrio Class Roma!)

Es decir que ha logrado recrear una realidad paralela en medio de un escenario absolutamente posible. ¡Cuán ingenioso!

No he hecho nada que Julio Jiménez, mi ídolo, no haya hecho antes.

Ahora hablemos del ámbito amoroso. Si bien el meranista promedio era reconocido por su incapacidad de amar, vemos ahora que surgen brotes inesperados de ternura en sus escritos. ¿Se podría decir que el meranista pierde su meranismo al amar? ¿Es el amor un sentimiento propio de un meranista o lo relega a un plano más mundano, por demás desdeñable?

Merani, quien fue un profeta hebreo del año 24, dijo a sus discípulos que la definción exacta del amor era “amistad con sexo”. Los meranistas, que seguimos la religión del profeta Merani, perdimos esta noción, porque para nosotros el amor se convirtió en prepotencia, así como todas las otras actividades de la vida común (incluyendo el sexo). Pienso que es hora de regresar a las enseñanzas de Isaac Merani III, pues él ante todo fue un gran rapero y un bacán al que le gustaba la buena farra. En realidad su poema al respecto define todo:
“El meranista que deja de amar
Se vuelve un onanista
Y pierde la prepotencia de vista”.

Es complejo el mundo del meranista, incomprendido en su mayoría. ¿Ha encontrado un lugar en el mundo el seguidor de Merani?

Doquiera que se oiga una caja, un acordeón y una melodía que nace a las orillas del Rio Sinú. En cualquier sitio dónde la mujer costeña agite sus caderas al son de un vallenato romántico, como el que nos gusta a los meranistas. Allí estaremos, para continuar nuestra misión en el mundo: Recopilar la mayor cantidad de datos curiosos, y echarlas en cualquier coctel.

Volvamos a su obra, reseñada por los más prestigiosos ensayistas latinoamericanos y que muy pronto será llevada al cine. ¿Qué opina sobre la inclusión de Daddy Yankee entre las voces que leerán sus poemas en el CD que se lanzará al mercado próximamente? ¿Habría preferido mantener a El General entre la selección de artistas?

Mi relación con Daddy siempre ha sido una montaña rusa de sentimientos. No sé qué pensar de esto que está pasando. Él me dijo que termináramos por las buenas, que no nos hiciéramos daño, que dejáramos de trabajar juntos un tiempo. Yo empecé a salir con Don Omar y déjame decirte que él es el amanta boricua por excelencia. Creo que lo que está haciendo Daddy obedece a los celos. Pero es que él me mira con esos ojos, me grita al oído “dale moreno, dale moreno que nos fuimos fuegote” y yo me derrito. El General me va a hacer falta, él es ante todo un gran intelectual y filósofo de la música, como lo demuestra una de esas frases que sintetizan lo que ha sido el pensamiento occidental hasta hoy:
“Juana, Juana, pelame la banana,
Si no me la pelas, me la pela tu hermana”.

Ciertamente, ésa y “Qué lo que quiere esa nena, plátano verde, plátano maduro” son las declaraciones más representativas de nuestra época, usadas frecuentemente en las manifestaciones de cocineras de sopa de colicero. Por último, ¿quién debería representar un personaje tan hermoso y lleno de matices como lo es Tito Camacho, en la versión cinematográfica de sus hazañas?

Mi primera opción fue Al Pacino. Tito es un personaje elegante, un hombre de mundo, que conoce las más elevadas alturas del intelecto y lo más bajo del vicio y la calle. Después pensé que al ser Tito Camacho un galán actual, debería ser interpretado por un joven de un porte tan elegante como el de Jude Law, quien además se mostró bastante interesado en un personaje que bautizó como “el último reducto de la cultura pop en el Tolima”. Sin embargo, al observar las cualidades de ambos actores, me di cuenta que no era otro sino Naren Daryanani quien poseía no sólo el talento sino esa cuota de refinamiento, elegancia y mundo que tiene que tener el actor que se le mida a un papel tan complejo como del de Tito. Lo que sí es claro es que será dirigida por David Lynch.

Es una aclaración que tranquilizará a muchos de sus seguidores más puristas. Muchas gracias por esta entrevista, Ascaroth. Es un honor sentarme ante una eminencia del arte meranista como lo es usted.

Entiendo que sea un honor. Al fin y al cabo, no todos tienen el placer de compartir con un meranista de verdad. De hecho, el placer también fue mío en tanto me recordaste la gran persona que soy.


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[ Linda Linda — The Blue Hearts ]

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