El futuro no debería angustiarme del modo en que lo ha hecho durante gran parte de mi vida. Es decir, es bueno pensar en él pero no depender de él de un modo tan desesperado. Al fin y al cabo, nada es seguro. Las sonrisas se marchitan con rapidez y sin causa aparente, así que más vale disfrutarlas mientras duran. Por primera vez en mucho tiempo enfoco la vista más acá del inalcanzable horizonte, y el paisaje resultó ser agradable. Al menos, si estiro las manos, no me encuentro pellizcando el aire.
El problema emergente es que el aire de lontananza traía espejismos, y ahora toca arreglar cuentas con ellos. No será nada fácil: la arena ubicada debajo de ellos (o que así se hace ver) irrita las conjuntivas y termino llorando como una Magdalena. Harán falta más lágrimas para entender mejor la incidencia de estos nuevos rayos chispeando en mis cristalinos. Hará falta tiempo para entender el tiempo. Hará falta toda una vida para mirar al fin hacia atrás, ya desde el borde del inevitable abismo, y exclamar con satisfacción “ah, conque así era todo. Wakarimashita.”
[ These Are the Days — Jamie Cullum (pero dentro de mi cabeza porque no hay de otra) ]
0 Responses to “Si miro hacia adelante, el viento me da en la cara y el pelo se me mete en los ojos.”