Partamos de lo siguiente: la música para planchar no existe. “Música para planchar” es solo el nombre peyorativo dado en la primera década del siglo XXI a la balada romántica el pop en español de los años 70 y 80 (con rezagos de los 60 y otro tanto de los 90). Decir que esta música es “para planchar” es asumir que quien la escucha es la persona que hace el oficio en la casa. Es gracias a esta asociación más bien clasista que este género se ha sido vendido en su revival como el ingrediente kitsch de las fiestas dosmileras, aun cuando no es más que la misma melosería radiofónica de siempre, solo que vieja y en nuestro idioma. Por el momento concentrémonos en la balada romántica, que es la que inevitablemente se asocia con electrodomésticos quemantes.
La balada romántica suele considerarse un fenómeno exclusivo de los países hispanohablantes. Sin embargo, al hacer un paralelo entre cantantes populares de diferentes países entre los 60 y 80, se encuentran más similitudes que diferencias. Tampoco es que la música en español haya llegado después: Raphael hizo su debut internacional antes que Nicola di Bari, y aún así Wikipedia insiste en llamar al segundo influencia del primero. Por más que se quiera conferir a la balada romántica en español un estatus especial, la verdad es que no existe gran diferencia entre esta y la música popular en otros idiomas. Muchas de las canciones que nuestros padres suelen evocar son simplemente versiones en español de tonadas populares en inglés, francés e italiano. ¿El ejemplo más contundente? Yuri y “La maldita primavera”. ¿Original de ella? No, señores. “Maledetta primavera” es de Loretta Goggi.
Pero entonces, ¿por qué ignoramos a los exponentes de la balada en otros idiomas a la hora de reírnos de la sensiblería vintage? Simple: el encanto de la mal llamada “música para planchar” reside únicamente en su cualidad para evocar recuerdos de consultorios de infancia y voces provenientes del cuarto de atrás de la casa, de aquellos tiempos en los que no había Modernois para recomendarles a nuestras tías a Patty Pravo. Lamentablemente las disqueras no parecen recordar tanto como nosotros, pues insisten en embutirnos a los mismos tres cantantes con las mismas tres canciones.
Creo que nuestras reminiscencias de radios mal sintonizadas en buses del colegio, cocinas y salas de espera no deben distar mucho de aquellas de radios mal sintonizadas en, digamos, Japón. La diferencia radica en el idioma y en el hecho de que en Japón a nadie le parece frondio escuchar baladas viejas. Por cierto, el nombre de la balada romántica en Japón es enka, y aún hoy goza de increíble popularidad. A continuación, un breve mostrario de la balada romántica en países no hispanoparlantes.
La Prima Cosa Bella – Nicola di Bari (Italia, 1970) Aquí gana el Festival de San Remo cuando nadie daba un peso por él. Es emocionante verlo cantando tan sencillo y contento en medio de las ovaciones.
Lieveling – Xandra (Holanda, 1979)
Jeans Blues – Meiko Kaji (Japón, 1974)
Serge Gainsbourg – Sous le soleil exactement (Francia, 1970)
Barbaad-e-Mohabbat Ki Dua – Mohammed Rafi (India, 1976)
Ani de liceu – Stela Enache & Florin Bogardo (Rumania, 1989)
También en alemán y en Alemania (no sé en Austria y Suiza). En Hamburgo hay un festival de un fin de semana en mayo / junio. El género se llama en alemán “Schlager”, “loosely translated as hit” http://en.wikipedia.org/wiki/Schlager_music
y como ves, es + o – ídem.
Los cuchitos que fuesen alguna vez los ídolos de ese entonces todavía dan palo y hasta los invitan a amenizar las fiestas de 25 aniversario de empleados de mi empresa.
Uno de estos hits que también tiene su versión hispana y que catapultó a la fama a este man:
http://www.youtube.com/watch?v=4sh6I6pTqD8
Se me iba olvidando Grecia pero el youtubazo me la recordó. Qué me dice de Demis Roussos y sus canciones obscenas en español (yo tenía 8 años cuando mi mamá oía esto y me daba para incomodarme):
http://www.youtube.com/watch?v=T6-5UbhjeGI
También aventuro que por ejemplo el concepto “radio plancha” (la emisora que pone música plancha) es de más vieja data que los 2000s, porque yo lo recuerdo -yo me suspendí en el éter de referencias que es el exilio en 1999-. Pero no se usaba en los golden 70s, cuando esa música era éxito fortuito por 1° vez y yo la oía en los cuartos de atrás y en los buses.
¡Chévere! Me alegra que al menos alguien tenga claro que la “plancha” es un fenómeno internacional, y que sólo en nuestros países (¿por qué será?) es que existen esa denominación clasista y ese desprecio enfermizo de lo “cursi”. Yo canto di Bari todos los días a grito pelao, y el que se las dé de hipster absolutamente inmune que tire la primera power ballad.
Nota (muy nerd): Don Michele Scommegna, aka Nicola di Bari, no se ganó Sanremo con “La prima cosa bella”; quedó de segundo. Se lo ganó sólo dos veces, con “Il cuore è uno zingaro” (’71) y con “I giorni dell’arcobaleno” (’72). Esta última es una obrita maestra: http://www.youtube.com/watch?v=My4SbcWuGHo