La vida es muchísimo más compleja de lo que cierta voz en mi cabeza quisiera creer. La voz —no le he dado un nombre, como hacen algunos; es como otro yo, o un pedazo sobrante del yo original adosado a mí que provoca redundancias— quiere encontrar un detonante exacto, un punto que señalar en el mapa, una génesis lineal de los cambios positivos. La voz, en mi opinión, busca explicaciones porque no cree en mí.
Llevo apenas un par de días escribiendo de manera constante, y ya hay algo en mi interior que no deja de reclamarme. Cómo puede ser posible, protesta, si esta persona (que soy yo misma) no es sino una letanía de promesas rotas. Dígame qué pasó. Explíqueme qué ocasionó todo esto. Deme una lista exhaustiva de posibles hechos que pudieran haber desencadenado este cambio insólito.
A veces le obedezco a la voz. Suena idéntica a la mía, así que es fácil confundirse. Le cuento:
- Llevo meses hablando de mi deseo de volver a escribir
- Recientemente oí a más de una persona en diferentes conversaciones mencionar este blog, que yo creía olvidado por todos aparte de mí
- Me siento inconforme con la forma en que uso Internet ahora
- El saberme inmersa en la más absoluta pasividad me ha horrorizado
- Estoy sumamente disgustada con cosas de mí misma que he querido cambiar y no he podido
- Entonces quiero intentar cambiar otras como para compensar
- Una tarde esta semana estaba desgranando granadas en silencio y me di cuenta de repente de que podía escuchar mi tren de pensamiento
- Entonces me dieron ganas de registrar todo eso que estaba pasando por mi cabeza
- Tengo muchas pestañas abiertas con intentos fallidos de escritura y me rehúso a abandonarlas
- Las redes sociales me han mandado, en forma de publicaciones de personas que no conozco, señales tipo “retome su proyecto”
- La voz en mi cabeza me ha estado jugando muchas malas pasadas últimamente, así que quise probar la hipótesis de que ocuparme más la acallaría (literalmente “coger oficio”)
Entonces, le digo a la voz (a ver si me deja en paz), el mapa en el que pretende posar su dedo en señal de veredicto final está lleno de marcas por todos lados. Todas apuntan a motivos. Nada ocurre en aislamiento. Hay múltiples arroyos, y todos desembocaron en un gran río. Y en últimas, ¿de qué sirve hacer este inventario? ¿De qué sirve lanzarme a buscar el gran origen de cada cosa que me pase? Lo único que importa ahora es que estoy escribiendo, y que me siento bien por ello. A la voz le tocará acostumbrarse.
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