- Los niños no escucharán nada relacionado con “el efecto Mozart”. Si Mozart ha de sonar en la casa, que sea porque constituye parte del gusto musical común.
- Tampoco escucharán versiones infantiles de los clásicos del rock. Hasta ahora nadie ha desarrollado un trauma por conocer a Queen demasiado temprano pero creo que más de uno, niño o adulto, lo hará si todo el día está oyendo dirín dirín dirín.
- Las paredes son para rayarlas. Se comprarán rollos de papel craft y se usarán en los pasillos y las habitaciones de los niños.
- No se les obligará a matricularse en actividades extracurriculares ni cursos de vacaciones. Si el niño no quiere jugar fútbol, no quiere jugar fútbol. Si la niña no quiere bailar ballet, no es el fin del mundo.
- Se les llevará a lugares extraños, laberínticos y sicodélicos. A raíz de la desafortunada remodelación de Colsubsidio de la 26, se meditará profundamente alrededor de este tema con suficiente antelación.
- A la niña se le permitirá jugar con carritos y al niño con muñecas. Lo que decidan después es cosa de ellos.
- No habrá fiestas de 15. Entiéndase por fiesta de 15 aquella en la que figuran cisnes de hielo, tronos de satín y encaje color curuba, ceremonia de cambio de tenis a zapatos de tacón, declaraciones alusivas al paso de niña a mujer y los temas “Mi niña bonita” y “El camino de la vida”.
- No se tomarán fotografías de los niños desnudos de la cintura para abajo. Evitémosles futuros sonrojos frente a amigos y familiares. Todo o nada.
- Ninguna pregunta será juzgada demasiado tonta. Si no sabemos la respuesta, la averiguaremos juntos.
- Se privilegiará el absurdo por sobre todas las cosas. Las conversaciones normales y la seriedad no serán el fuerte de nuestra familia.
[ Amor cibernético — Mariflorcita del Perú ]
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