Anoche, durante una breve tarde desarrollada en mi cabeza, Qi Xiang y yo íbamos en camino hacia alguna diligencia de lo que yo no sabía mucho. Creía que era algo relacionado con las clases. En un trayecto en ascensor le rocé el brazo, lo que le causó un intenso escalofrío. Había algo que él sabía y no comprendía como yo lo ignoraba. Creo que tenía algo de miedo.
En silencio y sin mirarnos, como es costumbre, atravesamos un pasillo y llegamos a un gran salón de recepciones. En él se encontraba toda mi familia, incluido mi abuelo en vestido de paño. En sus rostros se adivinaba una mezcla de alegría y confusión. Claro, primero llegarles con alguien que habla japonés y ahora éste que habla mandarín, cantonés y hokkien.
Entonces caí en cuenta.
Yo me había casado con Qi Xiang. Accidentalmente.
Las sonrisas de mi madre y mi abuelo se desvanecieron cuando notaron la angustia que me embargó de repente. Cuando les conté que yo no sabía cómo había sucedido esto, y que no era lo que yo quería en mi vida, se les hizo perfectamente plausible. Mi madre me miró con pena al preguntarle si había algún modo de anular esta unión mientras pensaba que no quería ser Britney Spears con un error tan estúpido como éste. Me pregunté cómo iba a decirle a Himura que ahora estaba con alguien más.
Recuerdo oírme pensando una y otra vez en medio del desconsuelo, “Pero yo quería casarme con Himura…”
Miré a mi otrora compañero de clases, le sonreí con una forzada ternura marital y le señalé la verbena que se extendía ante él, sentado como estaba frente a la mesa sin entender palabra de español.
—Qing chi —, dije, remendando los trozos de mandarín que había adquirido con Huijing hace ya tiempo y que cada día se deshilachan más.
Con la voz suave y desdeñosa que lo caracteriza, Qi Xiang corrigió mi invitación a comer. Se paró y se retiró del comedor.
Cuando abrí los ojos, me tomó un par de segundos recobrar la tranquilidad de saberme aún soltera.
[ Any Road — George Harrison ]
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