Hoy recibí una tarjeta que mis abuelos enviaron desde La Dorada el 5 de julio del presente año. Al no tener con qué abrir el sobre que alguien estuvo tratando en vano de violentar (hay rasguños en la esquina de ese pedazo gigante de cinta mágica que ahora le ponen al correo en Colombia) la dejé dentro de mi bolsa y recibí mis notas finales del trimestre (me fue bien).
En la tarde reencontré el sobre mientras esperaba el inicio de una orientación, sentada en una mesa cualquiera. Con un gancho de pelo rompí la parte superior del sobre y encontré una tarjeta con mensajes de abuela y mi abuelo, acompañada de una foto reciente de mi abuela.
Respiré profundamente, conteniendo las lágrimas. He tratado de ser tan fuerte como he podido en estos meses, pero a veces la fuerza y las sonrisas tambalean un poco.
Al otro lado de la mesa estaba Chee Siang, el rostro hundido entre la maleta que abrazaba. Detrás de su silencio debe haber algo que lo perturba, alguna tarjeta invisible con fotos que se desparraman por su cabeza y le endurecen aún más la de por sí amarga mirada.
[ I Will — The Beatles ]
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