No había reparado en el hecho, pero los harlistas en Japón parecen mensajeros en motos lujosas. Si no hubiera sido por los policías regulando el tránsito alrededor del estadio y el gigantesco letrero inflable, hubiera jurado que la caravana respondía apenas a una súbita, masiva entrega de paquetes llevada a cabo por gente en impermeables a bordo de sus fieles y defectuosas máquinas ruidosas.
Mi tío político pregunta en un e-mail si ya he encontrado una boutique de Harley-Davidson en Tokyo. A juzgar por las pintas de los motociclistas ese día, la respuesta debe ser que no existe tal cosa.
[ Ping Island Lightning Strike Rescue Operation
— Mark Mothersbaugh ]
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