—Nobara H.
No encontré las fotos que buscaba para escoger una de mi siguiente entrevistado. A cambio encontré unas de un evento al que no asistí hace mucho tiempo. De haberlo hecho, posiblemente la historia reciente de mi vida sería ligeramente distinta. Sólo ligeramente. Las cosas estaban destinadas a pasar. Me gusta imaginarme qué habría pasado si hubiera ido, si hubiera elegido despejar la mente bajo el sol despiadado de las alturas en vez de quedarme encerrada a masticar mi pasajera tristeza. ¿Me habría ayudado él a subir? ¿Me habría tomado la mano en un gesto de solidaridad con mi pésimo estado físico?
No estoy segura de poder describir el desasosiego que me produce recordar y no poder ver el remanente tangible del recuerdo, no encontrar la prueba de que aquello que he cargado dentro de mi cabeza durante tanto tiempo tuvo lugar en el mundo real alguna vez. Las memorias se desvanecen poco a poco, las palabras que fueron dichas dejan de sonar y uno no se da cuenta de que su eco ya no martilla los oídos. De repente, todo es silencio. Sin embargo, aquellos destellos de luz impresos en grueso papel o cristal líquido traen de vuelta las voces que nos rodearon en esos momentos. Perder las fotografías es arriesgarse a perder recuerdos, dejarle toda la carga a la mente, siempre tan ocupada y susceptible de dejar que todo se riegue como el azúcar de una bolsa rota, dejando una estela de olvido con cada paso que se da.
Tendré que encontrar otra foto para ilustrar a mi siguiente entrevistado. Sin embargo, me habría gustado recordar con más detalle la tarde en que tomamos café, él con su bombín y yo con mi cabello muy corto, para luego unirnos a la locura que siguió y de la cual escasamente logro extraer imágenes que no son memorias, sino memorias de las memorias impresas que posiblemente ya no existan.
[ Bazar — Flans ]
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