Le petit Himura


El pequeño Himura tiene abundante cabello negro pulcramente cortado, los ojos cafés oscuros y la mirada imperturbable, tan característica de los de su familia. Dice frente a la cámara que no le gusta sonreír… sino reír, así que estalla en risas una vez hemos trascendido la barrera inicial de los saludos en voz queda. No se puede estar triste en su presencia, a no ser que se lo esté ignorando, y eso es bastante difícil. El pequeño Himura habla con una elocuencia inusual para su edad y pregunta de todo. Me encanta responder sus largos cuestionarios, oírlo emplear palabras de adulto de otra época para retornar a los pocos segundos a un abrir de ojos que aún no lo decepciona demasiado. Su entorno, tan rico y tan encapsulado al mismo tiempo, me remite inmediatamente a mi infancia y me hace pensar en lo bien que se pasa cuando se es como él. Se divierte tan fácilmente que me gustaría llevarlo a todas partes. El pequeño Himura extiende la mano para despedirse, pero es demasiado bonito para limitarse con él a esa formalidad. Si tuviera un hijo, quisiera que fuera como él y así llenarlo de besos, darle nieve de mandarina y limón, llevarlo de la mano por las tardes soleadas y contestarle todas, todas, todas, todas sus preguntas.

[ Automatic Imperfection — Marlango ]

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