De repente veo el impacto del regreso de TOL. La vida aislada y tranquila de Bloglines se acabó, aunque es fácil darle la espalda a la página negra y seguir como si nada. No obstante, me siento de repente rodeada de gente hablando en grupitos, como en una gran fiesta. A mí no me gustan las fiestas. Pronto vendrán los conflictos con muchos comm— corrijo: ya empezaron los conflictos con muchos comments, las guerras de clanes, los TOLMs, la asunción de papeles de los respectivos miembros de la lista (es como si de repente se hubiera acabado el intermedio y todos los que estaban tomando café al lado de los bizcochitos tapados con una campana de plástico volvieran a sus máscaras para seguir con la retorcida función).
Lo único que sé es que la vida real me gusta más. No hago nada interesante, pero ahí vamos. Lo que quiero decirme a mí misma, posiblemente, es que Internet no tiene por qué ser fuente de vida social, y ésta no tiene que transcurrir dentro del medio. No, eso no es exactamente lo que quiero decir. Lo que quiero decir es que en un grupo virtual, creciente y cerrado, con hegemonías marcadas, lo que he visto no me ha gustado de a mucho. Sigo escribiendo, para mí o para quien sea, pero como en las fiestas, prefiero no asistir a ellas. I’m not a people person, and this sure is a hell lot of people.
(…)
¿Por qué me da impresión El Payé? ¿Será porque se viste como él y crispa las mismas huesudas manos del mismo modo?
(…)
Some people know how to get away with murder.
A little girl is wailing, her hands drenched in blood. The crowd is clenching stones.
A man wipes a scarlet trail from his lips, and says “I did it. I thought of it. I was there too.” He has never stopped grinning; a set of reddish teeth is revealed under the scorching sun.
The crowd is clenching stones, aiming at the little girl. Their eyes, however, are reaching for the man, for pity and love from his clown-like face.
Some people do know how to get away with murder.
[ Above the Candystore — Paola ]
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