El mismo momento se multiplica a lo largo de los cuatro meses de semestre (!). Llego a mi casa, como algo, reviso el correo, pierdo tiempo (i.e., hago búsquedas en Google, leo noticias frívolas, repaso la Muy Interesante, veo televisión, escribo posts, leo blogs) y me dispongo a hacer el trabajo.
Me dispongo…
Me da sueño.
No es sino enviarle a mi cerebro la orden de prepararse para un par de horas consagradas al problema de la identidad de Blanca Varela, Olga Orozco y Alejandra Pizarnik, el acuerdo no forzado de Popper o el personaje del Capitán Nemo para que se apague. Como una triste mula atascada en el más profundo y pegajoso bache, mi cuerpo se resiste a realizar las labores diarias del estudiante. Estudiante, no estudioso, como lo dijo aquel periódico gratuito que me dieron esta mañana. Pero bueno, esto se acabará pronto. Esto se acabará pronto. Y cuando se acabe, me va a hacer falta… yeah, sure!
SUENA: La vie en rose — Edith Piaf
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