Froid

¡Cómo pasa el tiempo! (Qué frase tan cliché pero tan cierta.) Se cumple un año ya desde el accidente del Columbia. ¡Un año!

La foto en el Telegraph Herald (el periódico de Dubuque, IA) era de un intenso color azul. La ropa se estaba lavando en el piso de abajo mientras tomaba cidra de manzana, o té, ya no recuerdo. Blvd. Joe’s era un cafecito con lavandería incorporada que constituía la delicia de cuanto estudiante de Loras y vecino hubiera por allí. Andrea (amiga mía) ya no trabajaba allí puesto que se había ido a Sevilla. Pese a que siempre estaba cerca, casi nunca iba allá. Supongo que ver el mundo tan desteñido me hacía pensar que era lo mismo tomar que no tomar; afuera está el sufrimiento, sólo dentro del hogar se ven aún colores, sólo dentro del hogar se puede vivir despojado de tantos abrigos. Qué prisión es el invierno para el alma.

Primero de febrero. Ese día debía estar haciendo un frío polar, como es costumbre en Iowa. Este año, a esta hora, el pueblo está a -7°C. ¡Y pensar que ahora veo un cielo tan azul que es gris! ¡Pensar que el frío durmiéndome la mandíbula inferior es ahora un simple recuerdo! Los colores han regresado, tornando soportable la monotonía. Voy a la universidad y vuelvo. Internet. Es lo mismo. Es lo mismo pero sin chaqueta, bufanda, gorro y guantes. El mundo ya no huele a hielo: huele a cigarrillo. Todos los días subo otra cuesta.

Viajé de vuelta al sol desde la resbalosa oscuridad para descongelar mis labios. Pero un pedazo de mi alma se quedó pegado al hielo, y al arrancarme violentamente en busca de la tibieza, lo rompí y allá quedó, grotesco y aletargado. ¿Qué cidra caliente me lo devolverá? ¿Qué beso despertará mis labios sellados?

SUENA: Viva Forever — Spice Girls

0 Responses to “Froid”


  • No Comments

Leave a Reply