La culpa no la tuvo el viaje a Iowa, aunque carlosmárquez maldiga el día que me dejaron botada en ese cumpleaños y le pedí a un japonés recién conocido que me acercara al dormitorio. Lo siento, pero hay una gran diferencia entre alguien que escasamente lo saque a pasear a uno y lo llame todos los días, y alguien con quien uno pueda ser uno mismo y no se limite a ser una camiseta con la cual salir a lucirse con los amigos (además lucirme a mí es como imposible). Alguien con quien todo sea maravilloso, que me enseñe y me sorprenda y no me responda “aaaaaah…” a todo lo que yo diga, a quien no haya que aceptar estoicamente por miedo a la soledad.
Me quiero mucho más de lo que un carlosmárquez o un Lucas puedan creer, y no estoy dispuesta a que el típico hombre colombiano me desplace por una tarde con los amigos o un partido de fútbol… o simplemente porque no soy lo suficientemente linda. Me niego a ser una camiseta en una vitrina, como cuántos miles de mujeres que se desviven por ser sacadas a pasear como un perro fino.
No estuve en el Paraíso, pero una flor de cerezo me abrió los ojos y ya no es posible volver a dormir. No me es posible aceptar las cosas como eran antes, pero si este blog existe es porque hay algo de mí que quiero rescatar, como un amnésico que escribe todo lo que ve para intentar recordar algo.
Algo se retuerce dentro de mí. Algo me empuja como el viento de invierno que casi me manda a la mitad de una calle concurrida en Dubuque, haciéndome sentir que piso serpientes en el camino que llevo… The Road Not Taken … Frost… ¿Qué hago? Abrí los ojos y al mismo tiempo no sé adónde voy. Me moría por escribir y todavía lo hago compulsivamente, pero ya no sé qué tan bien lo haga. Abrí los ojos, me reafirmé y al mismo tiempo dudé. ¿Mi ciclo cosmogónico terminó cuando volví o empezó apenas pisé suelo bogotano?
SUENA: (There’s Gotta Be) More to Life — Stacie Orrico
SIENTO: desasosiego
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