Dancing Around My Head to Avoid Getting Hit by My Own Thoughts

A continuación, intentaré describir algo que me pasa:

Cuando tengo una buena idea, o empiezo a adoptar un buen hábito, en fin, cuando se pone en marcha algo positivo en mi vida, mi mente tiende a buscar el origen exacto de ese proceso. Cómo fue que se me ocurrió tal cosa. Cómo fue que empezamos a discutir este plan. Cómo fue que llegamos a este tema en la conversación.

Más o menos recientemente —aquí mi mente empieza a sentir la piquiña del cuándo y cómo— aprendí que esto no es normal, y que no debo alimentar esas ideas con respuestas porque su apetito es infinito y nada las aplaca realmente. No queda sino ignorar la urgencia. En consecuencia, con cierta frecuencia me siento evadiendo a mi propia mente como si de un contrincante de boxeo se tratara. Es muy complicado; mi mente es hábil y persistente.

Siempre he pensado que una de las peores cosas que le pueden pasar a uno es que la propia mente se vuelva enemiga de uno. Si la mente configura la realidad, ¿qué puede esperar uno de una mente que se rehúsa a dibujar un mundo en el que uno pueda moverse libremente?

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