Supongo que siempre llega el momento en que Clark Kent se quita las gafas y le dice a Lois Lane “en realidad soy Superman”. Uno diría “qué mal truco: la gente no cambia taaaanto con o sin gafas” pero en realidad algunos sí. Especialmente los que usan gafas de pasta y tienen miopía severa que les achica los ojos y cuando se las quitan uno dice “¡oh por dios!”. Pero volvamos al tema del nombre. Clark Kent se quita las gafas y le dice a Lois Lane “en realidad soy Superman”, pero sabemos que esa debe ser una revelación a varios niveles porque Clark Kent es el nombre que le ponen en la Tierra a Kal-El. Y es que es obvio que nadie se va a llamar “Superman”, así haya en Colombia un Batman Roberto. Así pues, tenemos a Kal-El, rebautizado Clark Kent y más conocido en el mundo de la farándula como “Superman”. En fin. Nombres y alias y seudónimos y cédulas cambiadas.
Entonces resulta que la universidad publicó tres cuentos míos en la revista del Departamento de Lenguas Extranjeras, pero con mi nombre real. Porque es una cosa seria, con editores y fechas límite y todo. Debería llenarme de orgullo, supongo, pero leo mi nombre ahí y siento como si fueran tareas de clase. No es que mi nombre legal no me guste; tiene una historia bonita y todo, pero suelo asociar las cosas más creativas al seudónimo. Tampoco es un trastorno de personalidad; es solo que con un nombre se hacen cosas divertidas y con el otro se hacen cosas fomes. Y se vive, supongo.
Como debería estar concentrada en otros menesteres, dejo aquí la lista de archivos pdf por si a alguno le pica la curiosidad.
[ Xanadu — Olivia Newton-John & Electric Light Orchestra ]
🙂 genial 🙂
a mí me pasa algo similar. Incluso, creo que mi nombre tiene mejor sonido que el seudónimo, pero el seudónimo tiene la página blanca y posibilidad de usar sombrero. Eh. Y yo no he podido hacer la transición como usted la ha hecho, pero quiero.
Del alias, no sé; a mí no me gustan. La curiosidad sí me pica todo el tiempo, especialmente por los cuentos, y Bear Trap me pareció uno muy bueno. Es doloroso y a la vez con mucho humor, una mezcla difícil que resultó muy bien.