Llevo lo que va de julio haciendo un dibujo diario. No he parado ni un solo día, lo cual es poco característico de mí y hasta me asusta. Sin embargo, toca aprovechar esta buena racha en vez de tratar de hallarle algún significado funesto.
Hoy, por recomendación de Cavorite, dibujé a Greg LeMond y Bernard Hinault, dos leyendas del ciclismo sobre las que aprendí hace poco. Después de terminar el dibujo y subirlo a las redes sociales (este mundo moderno exige mucho para dar a conocer lo que uno hace), me di cuenta de que no había coloreado bien una partecita de la camiseta de LeMond. Es claro que en general yo no coloreo bien —me lo han dicho desde la primaria—, pero este rincón me molestaba. ¿Qué hacer? ¿Bajar el dibujo y subir una nueva versión? ¿Dejarlo así?
Hice la prueba de colorear lo que faltaba y ver si me gustaba más. Luego lo deshice. Y lo rehice. Y lo deshice. Y lo rehice. Y lo deshice. Le pregunté a Cavorite su opinión. Me dijo que ni siquiera había encontrado el rincón faltante del que yo hablaba. Lo deshice. Miré al techo. Lo rehice. Y lo deshice de nuevo, ahora sí para siempre. Pero luego lo rehice. Al fin decidí dejarlo sin el ajuste, pero perdí mucho tiempo llegando a esta conclusión.
Una cosa mala de dibujar a computador es que da pie para estos ataques de indecisión. El papel no le permite a uno darse el lujo de dudar de lo ya hecho. Lo que fue, fue y listo. Tratar de corregir un error es arriesgarse a cometer uno aún más grande. En cambio en el computador uno puede deshacer un mal trazo y seguir como si nada. No obstante, eso implica que uno tiene que estar seguro de que ese era un mal trazo para poder continuar y no caer en un ciclo casi eterno de undo/redo. Y toca estar seguro de que algo está terminado y no se va a ajustar más. Dejar el perfeccionismo. Saber detenerse. Dejar ir. O si no cuándo duerme uno.
En últimas el dibujo quedó bonito y a Cavorite le encantó. Ya con eso es suficiente para darme por bien servida y no escrutarle hasta el último pixel. Mañana será otro día y habrá otro dibujo; solo espero que mi trazo decidido albergue menos dudas microscópicas.
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