Ayer me encontré con Vega. Comimos comida peruana, recorrimos Mission de cabo a rabo bajo el sol, probamos las bebidas frías de una chocolatería increíble (“small batch”, “artisanal”), le dimos una oportunidad a un jugo que creímos de corozo pero resultó no parecerse en nada al corozo (sabía más bien a vino avinagrado) y, finalmente, estuvimos viendo novelas viejas en YouTube. Amar y vivir no estaba completa, pero sí Café con aroma de mujer. Vimos pedacitos de varios episodios desde el principio hasta el final y, ayudados por Wikipedia, nos hicimos una idea general de la trama. Concluimos que el lío de Café no habría podido ocurrir en la era de las redes sociales y los celulares. Bastaba con que Sebastián y Gaviota se hubieran agregado a Facebook al principio de su idilio y ya. Se habrían ahorrado muchas malas decisiones. Vivimos en un futuro sin desencuentros donde ya nadie se pierde.
Desencuentros es lo que hay. Que haya canales no implica que haya vínculos (o que se conserven los existentes).
Ahora que lo mencionas, creo que los canales de ahora dan para que queden muchos vínculos fantasmas. En estos días me ha parecido muy extraño ver lo que piensa y vive mi ex novio si no tenemos ninguna intención de hablarnos.
Yo por eso terminé haciendo lo que recomendaban todos para ese caso específico. Funciona muy bien y sí, como dijo una vez alguien: Ya no me interesa el presente de mi pasado.