Historia triste de un oso

Anoche volví a encontrarme con el biólogo de Parques Nacionales. Durante el día, mientras yo estaba catando aromáticas en un fortín administrativo, él estaba en el aeropuerto esperando a un oso. Quisiera que esta fuera una historia feliz y dibujable donde los osos hablan y el biólogo hubiera tenido que pararse a la salida de Llegadas con un cartel —”Sr. Oso”— para luego ayudarle a arrastrar sus maletas a un carro blanco que lo llevaría a un hotel bonito pero sin mucho entretenimiento en Ciudad Salitre. El oso haría en el camino un comentario sobre la incomodidad de los asientos del avión donde venía y la falta de comida decente y preguntaría cómo ha estado el clima en Bogotá en estos días. Y… bueno, claro que no fue así.

El osezno perdió a su madre a manos de cazadores y lo trajeron enjaulado en un avión a Bogotá, de donde se lo pensaban llevar al zoológico del Parque Jaime Duque pero al fin terminó en una reserva no sé dónde. El pobre llegó a la ciudad deshidratado y pálido (aprendí que la palidez de un oso se nota en la lengua), y rápidamente lo despacharon en un carro hacia su nuevo y solitario mundo. O al menos así creo que será, no sé por qué no hice más preguntas. Vi un video del pobre tomando agua con desespero dentro de su jaula de viaje. Es un comienzo de vida muy desalentador. Supongo que estaré recibiendo más noticias del oso después porque el biólogo tiene que ir a visitarlo pronto.

0 Responses to “Historia triste de un oso”


Comments are currently closed.