Esta mañana le conté a Yurika por Skype que el 32% de los hombres jóvenes en Japón le rehúyen al sexo. Esto en reacción a su comentario de que le ha quedado imposible conseguir novio en los últimos años. Lo importante aquí no es la crisis sexual de Japón —que parece explicar por qué mi tutor decía que la investigación es más importante que el sexo y por qué de Masayasu solo me llevo recuerdos de El Padrino con gaseosa y papas fritas— sino que Yurika, mi amiga perdidísima de la universidad, apareció. Tuve que enviar una carta desde Pittsburgh a su oficina en Fukushima para que al fin se manifestara. Lo bueno (aunque un poco creepy) es que Internet me ayudó un montón. Es decir, uno averigua por alguien que no ha dejado información personal en Internet voluntariamente y de todas maneras encuentra cierto volumen de datos pertinentes. Les diría “tengan cuidado y verifiquen lo que la Red dice de ustedes”, pero uno nunca sabe cuándo tendrá un amigo al otro lado del mundo enloquecido buscándolo a uno.
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