La primera vez que fui finalista del Concurso de Ortografía El Tiempo me regalaron unos patines en línea (por pasar a la final) y unos vídeos de la National Geographic (por perder). En uno de ellos los cocodrilos enfrentaban una sequía durísima y al final todos se morían. La segunda vez, me dieron una grabadora (por pasar a la final) y un tarro (por perder). Bueno, según ellos era una cápsula del tiempo en la que uno debía guardar evidencia de cómo era la vida de uno en ese entonces y mantenerla sellada hasta el año dos mil algo, pero en realidad no difería de una lata de galletas salvo en las dimensiones. En el tarro guardé unas ciruelas rellenas de arequipe que me regaló María del Carmen en el colegio y años después, en el dos mil algo, las encontré y me las comí. No estaban descompuestas; al contrario, estaban buenísimas.
Este año al ganador y las finalistas les dieron blogs en eltiempo.com. Pero como el ganador usó su premio para decir que el pabellón de Japón en la Feria del Libro está malísimo, el post desapareció por arte de magia.
[ While We’re in Love — Ivy ]
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